Tras meses de conciertos suspendidos y/o aplazados por culpa del coronavirus que está controlando la agenda cultural y social de este 2020, es un gozo poder volver tras el confinamiento a la cobertura musical de una formación amiga como es la Orquestra Simfònica del Vallès, en un escenario como es el Palau de la Música, y apoyados por el siempre genial Cor Jove de l’Orfeó Català para ofrecer al público la excelente, exigente y satisfactoria Carmina Burana de Carl Orff como concierto inaugural de su nueva temporada 2020-2021. Fue el pasado 26 de septiembre de 2020, 7 meses después de otro Carmina Burana, el que hizo la Banda Municipal de Barcelona y que marcó el fin de la cobertura de conciertos de esta web por el Covid-19.
Una feliz coincidencia para La Musa Que Era que la música se retome con el mismo espectáculo, como si nada hubiera pasado, como ya indicamos en nuestro último editorial sobre las dos Carminas. Sólo que sí había pasado, y la prueba visual era ver a los músicos y el coro esparcidos por todo el escenario y las gradas traseras para mantener la distancia de seguridad de 2 metros por el coronavirus. Como el público, de hecho, forzado al 70% de aforo como máximo y disperso por todo el Palau. Asimismo, Jordi Cos, presidente de la Orquesta Simfònica del Vallès, dedicó unas palabras agradecidas al público, a la reivindicación de la cultura mediante una obra musical que hace apología de precisamente los pequeños placeres sociales, y dedicó el concierto a todo el personal sanitario.

La OSV optaría por el arreglo para banda y no para orquesta sinfónica, a diferencia de lo que hizo OCM año y medio atrás. Así pues, y prescindiendo de todo el conjunto de cuerdas, la orquesta se distribuyó por el escenario con maderas, metales, y percusión, ayudada de dos pianos y obviamente, el Cor Jove, que no sólo mantuvo distancia de seguridad al igual que los músicos de la orquesta sino que estuvieron todo el concierto cantando con la mascarilla puesta, todo un tour de force en esta cantata tan versátil y exigente que hizo Carl Orff. Y con todo, el resultado final fue de un altísimo nivel, con los pianistas Pau Casan y Josep Surinyac y el Cor Jove (mascarilla mediante) en una excelente sinergia no sólo entre ellos sino con la OSV, solventemente dirigida por Xavier Puig, su director titular. Únicamente puede ser criticable los momentos más forte, donde la percusión y los metales ahogaban demasiado al coro, pero repetimos: los cantantes del Cor Jove estaban demasiado espaciados entre ellos, y con la mascarilla. El esfuerzo que hicieron fue titánico, y de un gran resultado. Prueba de ello fue la gran ovación que el público les dedicó.

Respecto los solistas, repetía Toni Marsol en el rol del barítono así como hizo con la Banda, rubricando un gran papel sobre el escenario. La soprano fue Alicia Amo, quien su categoría de soprano ligera no le impidió dar un peso y una entidad brillantes en su breve aparición. Por su parte, el tenor Beñat Egiarte estuvo algo más irregular en su exigente parte, donde el registro de pecho funcionó pero los agudos de cabeza se le resistieron, sobretodo al inicio. Una pena, ya que aunque logró sobreponerse a la situación, la escasa duración de su momento en escena quedó algo empañada por ese irregular comienzo.

Aún con todos los obstáculos derivados del coronavirus y algún desajuste ya comentado, fue una gran tarde sinfónico-coral, donde la épica Carmina Burana devino más romántica que de costumbre, quizá apostando por la técnica vocal más que por una potencia que, por las mascarillas, se vería menguada a la fuerza. Un gran descubrimiento sonoro que demuestra que esta cantata tiene muchas vertientes artísticas, que vinieron arropadas por una bella obra contemporánea a cappella para coro mixto, O nata lux, de Morten Lauridsen, y por el intenso y breve bis del canto “Were diu wert alle min” tras el segundo “O Fortuna” que finaliza Carmina Burana.