#Editorial: Carmina Coronavirana

Si estos meses ha habido un protagonista indiscutible ha sido la Covid-19, que ha tenido en jaque a buena parte de la población mundial. Unos meses en los que se han añadido a nuestro vocabulario común expresiones como pandemia, coronavirus, confinamiento, distancia de seguridad, gel hidroalcohólico y mascarilla, y que ha subyugado al mundo de la cultura a buscar subsistir por todos los medios posibles a su alcance, como ya se relató en no una sino dos editoriales, uno enfocado a las formaciones y artistas musicales que tanto nos gusta disfrutar en directo, y otro enfocado a los festivales de cine que tanto gusta cubrir en esta web.

Podría decirse, en un sentido agridulce, que el placer y el goce terrenal e intelectual se han visto menguados y ninguneados ya no sólo por la pandemia sino por las instituciones gubernamentales que, ante un sector que vive de la escenificación y la actuación y que carece de sueldo fijo, han tomado poquísimas medidas (si es que han tomado alguna) para paliar los efectos de cerrar cines, teatros y auditorios, o limitar el aforo a la mitad cuando se reabrieron.

Precisamente por eso es que resulta tan poético que toda esta época negra por la pandemia, a nivel de cobertura de La Musa Que Era, queda delimitada por dos funciones en directo de una cantata hecha en pos de ese placer terrenal que nos fue vedado por el confinamiento y los protocolos de contención de la pandemia: Carmina Burana de Carl Orff.

Y es que el pasado 23 de febrero de 2020 fue la fecha del último concierto al que asistimos, el de la Banda Municipal de Barcelona interpretando Carmina Burana con el inestimable apoyo de no una sino tres corales: Cantiga, Sinera y Sant Jordi; y asimismo, el pasado 26 de septiembre de 2020, 7 meses después, volvemos como prensa a la misma Carmina Burana, esta vez por la sección de banda de la Orquestra Simfònica del Vallès, el Cor Jove de l’Orfeó Català y tres espléndidos solistas, de los cuales repitió el barítono Toni Marsol, todo un especialista en esta cantata. La primera Carmina en L’Auditori, la segunda en el Palau de la Música Catalana. La primera de forma natural, la segunda con un sorprendente añadido: el coro repartido más allá del escenario, dejando 2 metros entre ellos, y entonando la dificultosa partitura de Orff tras mascarillas. Pero la cultura es segura, y a la cultura no la gana nadie, ni tan siquiera una pandemia.

26 de septiembre, Palau de la Música post-Covid

Y es que aparte de la excelencia con la que ambas actuaciones rubricaron la cantanta, es de mérito recalcar cantar a ese nivel de exigencia vocal y técnico con un limitador del aire entrante como es una mascarilla. Y durante una hora. Que quizá es incluso una buena forma de entrenamiento usar mascarillas para aumentar las capacidades de la voz, pero en directo ante un Palau de la Música tan lleno como se podía (un 70% de capacidad), la cosa cambia. Prueba de ello es la brutal recepción de un público que quiso simular el lleno absoluto del Palau aplaudiendo durante muchos minutos. Apoteósico. Quizá la estampa visual no es la ideal, comparada con la de hace sólo unos meses, pero la energía, la calidad y la empatía estaban intactas tras las mascarillas. Gracias Cor Jove de l’Orfeó Català.

23 de febrero, L’Auditori pre-Covid

A la preciosa coincidencia de repetir espectáculo para marcar el antes y el después del confinamiento cultural, vuelvo a remarcar el que precisamente sea Carmina Burana y no otra la obra en cuestión: no hay nada como una obra musicalmente compleja en ritmos y riquísima en espectro vocal, abarcando todas las tesituras corales y solistas en la hora de duración, para demostrar que, aunque con mascarilla, la música, el arte se alzan con unos textos que seguramente ruborizaban a los monjes que conservaban el códice original, allá por los siglos XII y XIII. El goce de la naturaleza, el amor carnal, la reunión social en taberna, y los placeres terrenales. De todo eso habla y ensalzan los textos de Carmina Burana, y de todo eso se nos ha privado debido al coronavirus. Y estos textos no hacen sino de paréntesis musical de esta época convulsa que ha sido más de medio 2020.

Deja un comentario