La noche del pasado lunes 27 de enero de 2020 fue especial por muchas razones, y es complicado saber por cuál empezar. Primero porque era la segunda fecha anunciada de este concierto, programado para el 21 de octubre del pasado año y cancelado por las protestas violentas en las calles debido a un juicio de cuestionable imparcialidad. Segundo, porque era el concierto inaugural de una nueva formación sinfónica, la Orquestra Simfònica Solidària de Barcelona, dirigida por Clàudia Dubé Oranias y que como reza su nombre, es de espíritu solidario (no en vano es idea de Iván Lorenzana, en una iniciativa conjunta de CreArte Asociación Cultural y la Fundación Arsis). Y por último, y no por ello menos importante, el programa del recital se implicaba de lleno no sólo en el 200 aniversario de la compositora Clara Wieck Schumann, sino en dar voz a obras de compositoras de música sinfónica tanto clásica como contemporánea. Por ello contaron también con la presencia especial de la pianista Isabel Pérez Dobarro, de quien hablamos recientemente por ser quien ayudó a Carlos Núñez a dar vida a su “Celtic Beethoven” en esta última gira que pasó por el mismo Palau de la Música Catalana el pasado 30 de diciembre de 2019.
El concierto fue presentado por la comunicadora y periodista Elisabet Carnicé, quien concienció al público del carácter solidario y feminista tanto de la nueva formación sinfónica como del recital formado por obras 100% compuestas por mujeres, y que empezaría con la premiére española de la “Sinfonía Gaélica en mi menor op. 32”, que la compositora norteamericana Amy Beach compuso en 1896, y a la que seguiría el “Rondó para un Mayorazgo”, composición para orquesta y flauta solista de la ganadora del Premio Nacional de Música de 2017 Teresa Catalán que jugaba traviesamente con las capacidades de disonancia de las cuerdas. Primera parte con el 2017 como nexo en común, pues ese año fue el invisible 150 aniversario de Beach y nada se supo. La ejecución de la Orquestra Simfònica Solidària de Barcelona fue notable a manos y batuta de una precisa y pasional Clàudia Dubé Oranías, pero quizá eché en falta alguna obertura corta para empezar y poner a tono a la orquesta en vez de inaugurar el concierto con la composición de Beach, de más de 40 minutos de duración, pues la orquesta empezó algo fría en ese complejo y tempestuoso primer movimiento, de casi un cuarto de hora, para mejorar ostensiblemente a partir del bello segundo movimiento y con el solo del tercer movimiento ejecutado maravillosamente por la concertino, con vuelta al brío del movimiento final que arrancó vítores de la platea. Hermosa composición olvidada que, sin ser tan celta como las composiciones sinfónicas de Bill Whelan como Riverdance, bebe directamente de esas raíces para componer música clásica muy poderosa y atmosférica, en la línea del Celtic Child de Bert Appermont.
Después del descanso y ya con la presencia de Isabel Pérez Dobarro al piano, el programa ofrecería “Frágil”, composición bellísima de Clara Gil Abascal, presente en el Palau, y que trazó un delicado juego de frases melódicas y elegantes entre el piano y la sección de cuerda de la Orquestra Simfònica Solidària de Barcelona, para terminar por todo lo alto (y con toda la orquesta en el escenario) interpretando el “Concierto para piano y orquesta en La menor op. 7” que Clara Schumann escribiría con tan sólo 17 años. Un concierto que rompe con todos los esquemas compositivos y donde Clara Schumann, quizá por juventud, quizá por rebeldía, compuso en tres movimientos infragmentables y en total libertad formal que luego otros compositores del siglo XIX seguirían. Y en esa libertad se movió también Dobarro, de gran capacidad artística y virtuosa mientras huye de toda floritura y alarde dramatizante en su interpretación, y que ejecutó brillantemente con la orquesta los tres movimientos en un único poema sinfónico de 20 minutos.
Un fin de fiesta realmente femenino y feminista, al que Clara Gil Abascal y Elisabet Carnicé se unieron para los aplausos que el público dedicó a Pérez Dobarro, a Dubé Oranías y por ende a toda la Orquestra Solidària de Barcelona, así como al artífice del proyecto, Iván Lorenzana. Fin de fiesta que prosiguió en el hall del Palau de la Música Catalana, donde tuve ocasión de reencontrarme con la pianista compostelana, así como conocer a las demás protagonistas de un primer concierto de la Orquestra Simfònica Solidària de Barcelona que se saldó con buena nota, y buen público a pesar de haber sido aplazado y tener la mala suerte de contar esa tarde, de nuevo, con disturbios en el centro de la ciudad.
Esperemos que este espíritu solidario, reivindicativo y sobretodo musicalmente de calidad de este proyecto de CreArte Asociación Cultural y la Fundación Arsis se repita a menudo a partir de ahora, y tengamos más recitales con obras tan inéditas en espacios tan emblemáticos como el Palau de la Música, testigo esa noche de obras de gran calidad, compuestas por mujeres y silenciadas por la Historia.