No deja de ser paradójico que, volviendo al editorial que publiqué hace unos días respecto la naturaleza de los conciertos de bandas sonoras, parece que es la Banda Municipal de Barcelona la que ha devenido abanderada oficial en conciertos de música de cine puramente sinfónicos, sin alardes visuales. Y si el pasado 24 de noviembre fue la (¡primera!) visita de Roque Baños y su música a Barcelona la gran protagonista, diciembre y las fechas navideñas y familiares a la vista han propiciado un concierto de la Banda en homenaje a la factoría Disney, responsable de la infancia de muchas generaciones. El concierto se dividió en 2 partes, la primera focalizándose en un Disney más clásico y la segunda orientada hacia Alan Menken y el último fenómeno de la compañía de Mickey: Frozen.
Así, con una Sala 2 de L’Auditori de Barcelona llena a revosar, con todas las entradas vendidas y con un público de todas las edades, la directora Beatriz Fernández salió al escenario para, batuta en mano, ofrecer primero un aperitivo no Disney como apertura, una suite del film de la MGM El Mago de Oz (The Wizard of Oz, 1938), que Harold Arlen musicalizó con canciones ya eternas como “We’re off to See the Wizard” y, claro, “Over the Rainbow”. Y de ahí pasamos a otra película mítica, esta vez sí de Disney, cuya música de los hermanos Sherman tenemos todos en la cabeza con éxitos como “Chim Chim cher-ee”, “A Spoonful of Sugar” o “Supercalifragilisticexpialidocious”. Estamos hablando, claro, de Mary Poppins (1964), cuyo reciente remake ya contamos no goza ni de la magia, ni de una actriz capacitada, ni mucho menos de canciones a la altura de la original. Y para acabar esta primera parte, la Banda ofreció la suite de casi 15 minutos del clásico animado El Libro de la Selva (Jungle Book, 1967) que ya interpretaron en el concierto de homenaje a Charles Chaplin, y cuyos ritmos étnicojazzísticos arrancaron grandes aplausos del público menos pequeño del recinto, aplausos que condujeron al descanso merecido de unos músicos que supieron estar muy a la altura de unas suites realmente polivalentes en ritmos y cadencias, desde sinfonismos líricos a jazz pasando por melodías infantiles y circenses.
Con la segunda parte ya llegamos a la era moderna de Disney, en la que la Banda ofreció un programa claramente homenajeador a la mente musical de Alan Menken, empezando por la que es considerada como una de sus mejores composiciones, si no la mejor: El Jorobado de Notre Dame (The Hunghback of Notre Dame, 1996), donde 5 años antes de que Howard Shore diera vida a la Tierra Media con su fastuoso poema sinfónico, Menken dotó de sentido operístico y épico a la tragedia romántica de Quasimodo dándole un enfoque más gótico y sin caer en esas sensiblerías más tópicas en Disney. Y el arreglo para banda mantenía ese espíritu, con lo que no pudo haber una mejor reentré , a la que seguiría una suite de Pocahontas (1995), del año anterior y mucho más acomodada en el territorio Disney, donde la épica es más romántica, amenizada eso sí con instrumentación y ritmos amerindios que fueron adaptados y ejecutados muy bien para banda, sobretodo en el tema central. Un parón antes de terminar de nuevo con Menken para deleitarnos con un medley de Frozen, el Reino de Hielo (2013), donde la aportación majestuosa pero contenida de Christophe Beck casa la mar de bien con el espíritu del arreglo, donde no podía faltar ese “Let It Go” de Robert y Kristen López donde sobretodo el público infantil de la sala disfrutó de lo lindo. Y para acabar, y volviendo a esos finales de los 90, Hércules (1997), donde Alan Menken inesperadamente rompe la ambientación sonora para incorporar el anacronismo del góspel, que aunque sirve también para hablar de Dioses y Mitos, abandonaba deliberadamente la instrumentación temporal y étnica cohesionada con las imágenes.
Escoger Hércules como final fue algo peculiar, teniendo en cuenta que musicalmente lo más apoteósico de esa segunda parte fue al inicio con El Jorobado de Notre Dame, pero el bis de vuelta al final de la primera parte con la coda jazzística de El Libro de la Selva daba el broche de oro a una mañana muy Disney, pero para nada infantiloide, con una Banda muy solemne dando calidad sonora a unas banda sonoras que demuestran ser grandes composiciones, aun siendo para cine familiar. Bravo por esta formación barcelonesa que sigue apostando por conciertos diferentes y acercando a todo tipo de público a L’Auditori.