#ElCDSemanal: The Cocoon (Richard Henshall)

#EnUnTwit: ✭✭✭✭✭✭✭✭✭✩

Estamos, sin duda, ante uno de los discos del año. Y soy totalmente consciente de que también es de los discos más complicados y difíciles de digerir para el oyente medio. Pero para los amantes del progmetal, del djent y del sonido conceptual, este The Cocoon no podría estar mejor llamado, pues es un álbum progresivo en el sentido más elaborado de la palabra, estallando desde su capullo (cocoon en inglés) hasta eclosionar en una bellísima, pero también, complejísima mariposa musical. Y nace a partir de la mente y el talento multi-instrumental de Richard Henshall, alma mater y co-fundador de la banda londinense de progressive metal Haken junto al vocalista Ross Jennings, que aparte de su otro proyecto paralelo Nova Collective, nos ofrece aquí un proyecto de edición modesta pero concepto, talento y ejecución enormes.

#EnProfundidad

Cuando en 2018 reseñé Vector, el (hasta ahora) último disco de la banda londinense de progmetal, Haken, ya destaqué su calidad pero también su corta duración (45 minutos) y su falta de ese “algo” (llámalo sentido, llámalo fluidez, llámalo alma), quizá por la naturaleza del propio disco, conceptual pero no lineal. Pero lo que ha logrado Henshall en su proyecto en solitario, The Cocoon, y con la misma duración (dura 47 minutos divididos en 7 tracks), es directamente de otro mundo: es muy técnico y a la vez muy melódico, y fluye con un espejismo de espontaneidad que asusta: está elaborado hasta el más mínimo detalle y nada está dejado al azar. Además, no sólo compone y toca las imposibles guitarras y los vertiginosos teclados, sino que además aquí Henshall también canta. No con una gran voz, pero sí inteligentemente amniótica y subamplificada, con la capacidad suficiente de darle la atmósfera necesaria a un álbum dominado por compases de amalgama, mucho djent, y un ambiente sonoro dominado por arpegios y acordes totalmente rotos pero con una habilidad sorprendente de sonar fluidos. Y aquí es donde radica el enorme potencial musical y melódico de este The Cocoon, junto con una progresividad sobrecogedora que encima discurre como si fuera aplastantemente obvia (y que termina siendo ese “algo” en el que tropieza Vector). Todo ellos gracias al trío completado con una sección rítmica espectacular: Conner Green, bajista de Haken, y toda una fuerza de la naturaleza a las baquetas, Matt Lynch, el batería del otro proyecto paralelo de Henshall, Nova Collective. Ah, y las colaboraciones, porque las tiene y son de órdago: desde un solo de teclado de Jordan Rudess de Dream Theater pasando por solos de guitarra de David Maxim Micic y Marco Sfogli, así como la voz de Haken, Ross Jennings, invitado en un track, y la gran sorpresa: Ben Levin, cantante de Hip Hop que, sí, rapeará junto a Jessica Kion en uno de los mestizajes más originales del disco, y de la música en general: hip hop metal. Y no soy amante del hip hop, pero el resultado es para quitarse el sombrero.

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The Cocoon arranca con un delicioso piano que marca el inicio de una suite de 20 minutos, dividida en los tres primeros tracks. Basada en un aturdidor compás que creo reconocer como 15/8, goza de una vida musical total, donde un suave piano se desata en el djent de la introducción, Pupa (la crisálida) para desvanecerse en The Cocoon (el capullo) y ofrecer un rock psicodélico con pinceladas que nos recuerdan deliberadamente a Haken, que evoluciona en Silken Chains (los hilos del gusano de seda que devendrá mariposa) hacia un melodismo virtuosista arpegiado que culmina en el clímax previo a la vuelta al suave piano que sirve de coda. 20 minutos que se suceden con una naturalidad pasmosa, como si nada de lo que sucede en esos 3 tracks no fuera intrincado y complejo, con infinitos cambios de ritmo y cadencia. Sin dejar de mencionar las colaboraciones en esa suite: el saxofón de Adam Carrillo en The Cocoon (personalmente la colaboración más prescindible, me cuesta mucho oír un saxo disonante) y un flamante solo de guitarra del multi-instrumentalista serbio David Maxim Micic.

Uno puede pensar que Henshall habría gastado todos sus cartuchos en esta flamante suite, aunque aún queden 4 pistas. Tampoco sería extraño. Pero lo mejor del disco está aún por venir, gracias a una conciencia muy pura de la música que se tiene entre manos. Limbo actúa como tal, como una zona entre la suite Cocoon y el otro medio álbum, gracias a su aura lenta, épica, con sonoridades parecidas al Enigma de Michael Cretu. Una pieza mágica de 4 minutos que entra sola después de esos 20 minutos de virtuosismo, y que sirve de puerta de entrada al para mí mejor tema del disco, Lunar Room, 8 minutos de un progresivo que se inicia con la participación de Ben LevinJessica Kion en un hip hop de ritmo imposible, un 3/4 errático que se acelera y se frena, gestionado como un 7/4 que se mantendrá a lo largo de toda la canción, culminando en un enorme djent muy a lo Leprous y que enmedio goza de una atmósfera tropical coronada por los solos de Henshall y del invitado Marco Sfogli. Una auténtica delicia que precede al tema más Haken del disco, los casi 9 minutos de Twisted Shadows. Tema que por algo tiene a Ross Jennings a las voces, y esa mezcla marca de la casa de progresivo y jazz-fusion que tiene como epílogo un solo psicodélico de teclado como sólo puede hacerlo Jordan Rudess.

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Y nos queda el último tema, Afterglow, esa luminiscencia crepuscular de la crisálida que se ha convertido en mariposa tras el Limbo y que ahora, en esos 5 minutos finales, nos deja en el que podría ser mi segunda canción favorita del disco, un crescendo continuo que empieza suave y melódico con la voz y la deliciosa guitarra de Henshall junto las cuerdas del invitado Chris Baum, y que evoluciona rítmicamente sin pausa hasta una coda total, ultra progresiva, muy en reminiscencia a esos pasajes instrumentales de Haken y que marca la despedida de la experiencia de este discazo que termina con atmósferas suaves, para aclimatar el cerebro a un curso natural de los sonidos. Porque en ningún momento el álbum tiene piedad del oyente; hasta en los pasajes más bellos los compases son de vértigo y de gran técnica y talento, y que sólo gracias a las mentes de Matt Lynch y Connie Green, que orquestraron sus respectivas presencias en el disco a partir de las ideas de Richard Henshall, se obtienen 47 minutos muy entendibles como un todo, como una obra completa y global a la que no le sobra ni le falta nada. No es para todos los paladares, pero quien entre en el juego de The Cocoon, sabrá que está ante una obra de arte, totalmente autoproducida y que he podido comprar en una limitada edición física, que vino con una postal del álbum firmada por el propio Henshall. Un tesoro, sin duda.

THE COCOON
Progressive Metal
(Richard Henshall, UK, 2019)
Composición
Producción
Interpretación
Interpelación
Duración
Ordenación
Packaging
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GLOBAL
CANCIÓN TOP
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Lunar Room

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