Nits de Cinema Oriental de Vic 2019 (día 6: India)

El penúltimo día de festival amanecía temprano, con su primera sesión a las 10:00 de la mañana; pero el día anterior había ofrecido la primera de las dos sesiones golfas con el homenaje a Ringo Lam, y que acabó hacia las 3 de la mañana, con lo que, a pesar que On Happiness Road (2018) es un notable ejercicio de animación chino parcialmente autobiográfico y dirigido por Sung Hsin-Yin en la que es su magnífica opera prima, aprovechamos que la vimos el pasado Lychee Film Festival para descansar y coger fuerzas para lo que se venía.

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Y lo que se venía no era otra que la primera producción hispano-nepalí de la historia en forma de film de acción de Hong Kong, The Man From Kathmandu (2019). Protagonizada por José Manuel, un actor, coreógrafo y estrella de artes marciales de Puerto Rico que saltó a la fama del género con El Testigo (The Witness, 2012), es el alma mater visual de este film que debía presentar él mismo en Vic pero circunstancias personales lo impidieron; una lástima. La historia no puede empezar mejor: José Manuel interpreta a un musulmán de ascendencia hindú que vive en Los Angeles pero harto de la deriva libertina del mundo occidental y de USA en particular, decide ir a Siria y alistarse en el ISIS (el Estado Islámico). Su viaje, pero, lo llevará a Kathmandú, donde deberá luchar por unos ideales que creía olvidados. Es una lástima que con un comienzo tan prometedor (no siempre se tiene un protagonista convencido del ISIS), los 90 minutos de The Man From Kathmandú terminan navegando por derroteros demasiado comunes y con unos arcos de transformación de personaje algo bruscos y sin sentido; eso sí, las coreografías son notables, y siendo el primer film de este tipo de una cinematografía como la nepalí, muy limitada, el resultado es digno de admirar. De todos modos es la versión internacional recortada; seguramente sus 140 minutos originales tienen mucha más cohesión, pero será muy difícil conseguirlos. Y la degustación gratuita de comida nepalí que se ofreció a la salida, todo un detalle (y además buenísimo).

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La tarde rugía motores ya a las 16:00 en el Cinema Vigatà con Pegasus (2018). Quienes estuvieran hace dos años en las Nits y disfrutaran de Duckweed y sus brutales escenas de están de enhorabuena, pues Pegasus es su nueva película, con muchas conexiones con la anterior, obviando los flirteos con Back to the FuturePegasus es rallys, es una historia de redención a partir de un expiloto apartado de las carreras por un escándalo y que desea volver a triunfar; es mucha acción, es mucho humor y es una gran moraleja. Un auténtico espectáculo que te mantiene pegado al asiento con una media hora absolutamente de vértigo.

Y es una auténtica lástima que saliendo de Pegasus, i cumpliéndose 24 horas del visionado del brutal thriller indio Andhadhun, nos encontremos The Man Who Feels No Pain (2018), película india con una historia curiosa como pocas, con un protagonista que no siente el dolor y cuya primera mitad de film es muy divertida, con él de niño recibiendo lecciones vitales de su abuelo, y una segunda mitad totalmente soporífera con él de adulto y un arco argumental entre amoroso y de defensa de su barrio pero que ni avanza ni parece ir a ningún lado hasta los 15 minutos finales, donde se anima un poco. Ya lo dijimos cuando hablamos de Red Blade: junto a Homestay, los tres quieroynopuedo del certamen.

Rica y (por suerte) poco picante cena india, y la ya tradicional pero igualmente festiva exhibición y taller de bailes de Bollywood a cargo de Nataraja Dance, y que dejó paso a la presentación del Testsudón que se haría al día siguiente como fin de fiesta con el incombustible Reji Hoshino como anfitrión y la entrega oficial de galardones, tanto los otorgados por el jurado oficial formado por Sandra Takagi, Alfons GorinaSergio Molina y que premiaron ex aequo tanto Andhadhun como Spring Sparrow, decisión con la que estamos personalmente muy de acuerdo. El premio del público recaló en Andhadhun, así como también nos decantamos la crítica.

Y llegó el momento que llevábamos todo el día (o todo el festival, de hecho) esperando todos los aficionados a la filmografía épico-bailable a la que India nos tiene acostumbrados, y que las Nits nos venía ofreciendo con perlas como Munna Michael en 2017, y Baaghi 2 en 2018. Este año tocaba Junglee (2019), película con la que el guionista, productor y director americano Chuck Russell se inicia en el mundo fílmico índio mediante su propio guión donde un veterinario vuelve de Mumbai al santuario de elefantes donde creció y donde se enfrentará a unos cazadores furtivos en busca de marfil. Nicky Li, uno de los directores de acción de Jackie Chan colabora en esta Jungleeremake indio de Ong-Bak con claros tintes flirteos visuales con The Lion Kingremake de la cual analizamos recientemente. Russell es conocido por ser el director de la consagración de Jim Carrey con The Mask (1994), o del inicio de la carrera de Dwayne Johnson (aquí aún como The Rock) en The Scorpion King (2002). Junglee es todo lo que debe ser: bella fotografía de un paraíso natural y profundamente animalista, actores a los que la cámara adora, coreografías marciales de infarto, y un ritmo trepidante. Brutal.

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Y nos quedaba aún la sesión golfa, que empezó con la (segunda, después de la que hubo el segundo día de festival) presentación de Shocking Asia 2. El segundo volumen que Domingo López (co-programador del festival y una auténtica biblioteca andante de cine asiático) ha preparado como antología del séptimo arte tanto del Próximo como del Lejano Oriente dio paso a la proyección de la esperada (y temida a partes iguales) frikada del certamen: Strega (2019). El irreverente director filipino-japonés Bueno regresaba a las Nits después de su Gun Caliber con otra propuesta que mezcla tokusatsu y ese erotismo y humor demenciales que caracterizan a sus películas, con un antihéroe al que se le añaden superpoderes como si de DLCs de un videojuego se trataran: con tarjetas que se instalan en su traje. Un villano manipulará estas tarjetas (que también sirven como documento en ese futuro) para convertir a toda la ciudadanía de Japón en monstruos, con símiles (distancia mediante) a lo Ghost in the Shell. La idea es genial, la ejecución lamentable. Como toda buena película de Bueno, que es lo que buscábamos, y que gozamos como premiére internacional después de su paso por el festival de Yubari.

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Y con semejante film nos despedíamos de las noches de las Nits, con una foto grupal de los que llevábamos días juntos disfrutando de cine asiático serio, loco, cómico, de aventuras y de todo tipo, y del que sólo nos quedaba el último día, el de clausura.

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