No podíamos empezar la crónica del quinto día de la edición XVI de las Nits de Cinema Oriental de Vic sin acabar la jornada anterior, la del día dedicado a Japón que repasamos en el artículo previo a éste, pues faltaba el Karaoke nocturno del jueves 18 de julio de 2019 que el festival organizaró en la Jazz Cava de Vic, en sustitución del tradicional concierto Be Asian que realizaba Guillem Roma desde hacía varios años. Así, a partir de las 12 de la noche del ya viernes 19, tanto prensa como nitòmans nos encontramos para cantar a pleno pulmón (y afinando todo lo que era posible, lo que en el caso de mi afonía era pura ilusión) openings y endings de nuestros animes favoritos, desde Dragon Ball hasta Doraemon, pasando por Sailormoon, Mazinger Z, Slam Dunk y hasta Campeones: Oliver y Benji. Además, Reji Hoshino y Charleen Cheng nos regalaron las versiones en japonés y mandarín respectivamente de la canción de Dorameon, fragmento que podéis ver en el siguiente video.
Y así, con la afonía, habiendo yo cantado el ending de Dragon Ball en catalán con mi colega Samuel Pérez (si habéis visto el video sabéis de qué estoy hablando…), me fui a dormir para descansar lo suficiente como para disfrutar la excursión con desayuno que al día siguiente nos tenían preparada Osona Turisme para invitados y prensa al Castell de Montesquiu.
Odiseas hoteleras aparte (pasé la noche en una habitación vacía porque la cerradura electrónica de mi habitación se había quedado sin batería y ya de noche no vendrían a arreglarlo…), a la mañana siguiente se celebró el desayuno, y nos dirigimos en autocar al citado castillo (uno de los pocos reformados después de 1714), y donde se nos hizo una gran visita guiada por el recinto, que fue inicialmente una simple torre de vigilancia en época de Guifré el Pilós hasta que en el siglo XIV la familia Besora le dio habitabilidad, poco a poco devino castillo-palacio y no fue hasta el siglo XIX que Emili Juncadella lo convirtió en un lugar de lujo, aunque fuera su segunda residencia, y donde la jet set española de la época se citaba ahí. Juncadella fue un conocido alpinista, pirineista, coleccionista de armas y aficionado a la fotografía; hijo de un gran empresario téxtil, nunca tuvo hijos ni ocupación (aunque era ingeniero industrial), el ocio, la socialización y el alpinismo eran su ocupaciones, por lo que el Castell de Montesquiu se convirtió en un lugar de recepciones de primera, ahora visitable tal cual lo dejó.
Dicha excursión hizo que las sesiones de The Wind Guardians (2018) y la última proyección de la retrospectiva Thai Action, Bangkok Knockout (2010), no las viéramos. Pero a las 16:00 estábamos al pie del cañón en el Cinema Vigatà para la presentación del nuevo libro de Ricard Planas, “Historia del Cine Chino”, toda una antología sobre el séptimo arte en el Imperio del Sol Naciente, y que sería el pistoletazo de salida para la premiére mundial de la octava parte de la saga que cambió para siempre el cine de artes marciales de Hong Kong. One Upon a Time in China: Warriors of the Nation (2019) es un film que tiene bastante de cine político, y lo mezcla con una sabia combinación de wu xià y thriller, aunque para el espectador occidental el argumento es demasiado complejo para seguir cómodamente la historia. Aún así, 92 minutos totalmente recomendables y dirigidos por el que hasta era era el montador de la saga, Marco Mak, donde tendremos a Wong Fei-Hung y sus discípulos una vez más frenando el ataque a la soberanía china; esta vez tras la guerra chino-japonesa, donde una organización secreta intentará controlar Cantón desde las sombras.
Y fue todo un lujo poder tener la oportunidad de felicitar a Li Jingxian y a Luo Shaoqian, directora y actor de Spring Sparrow, vista el día anterior, por su film, y aprovechar para hacerme una foto con ellos y que Jingxian me firmara la postal oficial de la película.
Y si la película anterior fue interesante, llegaba el torpedo de esta edición del certamen: Andhadhun (2018), un thriller indio que se combina con una brutal comedia negra e innumerables giros de guión que la convierten en los 138 minutos más intensos y de más calidad de todas las Nits 2019. Un pianista ciego que se obsesiona con la composición perfecta conoce a la chica de sus sueños, pero una serie de inesperadas muertes que les rodean les harán vivir un auténtico infierno.
Cena coreana en la Bassa dels Hermanos, con exhibición de Taekwondo, y la cata del postre exclusivo del festival, el Oyó!, famoso grito del robot protagonista del Dr.Slump aficionado a coger un palo y a tocar…. lo que vendría siendo el postre. ¡Un helado buenísimo y muy friki! Y en cuanto a la proyección, menudo film nos tenía preparado el festival; ya la vimos el pasado Sitges pero el revisionado era merecido: presentación de The Outlaws (2018), un ejemplar ejercicio coreano de cine de género basado (o inspirado) en los hechos reales acontecidos en 2004 en el distrito de Garibong, donde la policía intentaba poner a raya la lucha de bandas de gángsters hasta que la llegada al barrio de los peligrosos Black Dragon chinos aceleraron la operación policial que los desmanteló. Ma Dong-Seok, también conocido como “el mazas de Train to Busan”, es el detective al límite de la ley que dirige la comisaría con mano (abierta) de hierro y un humor negro que contrasta muy bien con la cruda violencia de los Black Dragon; unas secuencias de acción a la vieja escuela con luchas cuerpo a cuerpo con hachas, bates y bates al estilo de la brutal The Yellow Sea (2010) son la guinda a una película que es distribuida finalmente en España por la nueva Turuki Films, dirigida por Albert Galera, quien también está al timón del Festival de Terror de Molins de Rei, Terrormolins.
El día terminaría con la primera de las dos sesiones golfas de este festival, que haría las veces de homenaje al desaparecido Ringo Lam proyectando una de sus películas fetiche, Full Contact (1992), un film protagonizado por las superestrellas Chow Yun-Fat, Simon Yam y un jovencito Anthony Wong en una historia de violencia, corrupción, gángsters y personajes llenos de matices grises, donde todos los personajes buscan su propia supervivencia. Uno trato con un gángster (espléndido y humorísticamente “supergay” Simon Yam) saldrá mal para un inocente Wong, al que Yun-Fat ayudará como hombre de honor que es. Geniales secuencias de acción, una narrativa delirante que es el sello de Ringo Lam, y un humor deliberadamente negro, forman el trío de factores que hacen de Full Contact un divertimento que ha envejecido genial, 27 años después.
Pasadas las tres de la madrugada, los supervivientes nos retirábamos a dormir dispuestos a disfrutar del penúltimo día de Nits, no antes sin hacernos la instantánea de conquista del Cinema Vigatà, fideos instantáneos de Maggy mediante.