Una de mis mejores casualidades melómanas se dio cita el pasado mes de mayo cuando descubrí Salduie, una gran banda de folk metal progresivo de Zaragoza cuyo tercer disco había salido pocos meses antes y me cautivó desde la primera escucha. Realicé el análisis de ese Viros Veramos y pocos días después, el pasado 24 de mayo, el grupo visitaría Barcelona para presentar ese discazo junto a los alicantinos Lándevir, grupo de folk metal que había vuelto después de su despedida en 2009 con un Desde el Silencio de tintes más hard-rockeros, y cuya gira conjunta en 2019 se anunciaba cargada de grandes colaboraciones y folk por doquier. Lástima que la poca afluencia de público, quizá porque hacía un día de perros, desmereció un poco el resultado final de lo que sin duda fue una grandísima noche.
LÁNDEVIR
Con casi una hora de retraso, y aguantando la leve pero incesante lluvia que había decidido amargar la tarde-noche de ese viernes 24 de mayo, el escenario de Bóveda se preparaba para la entrada de Lándevir, a quienes excepto por algunos fans, la propuesta más hard-rockera y magodeoziana del último disco de los alicantinos no terminó de convencer al principio. Aunque tenga tintes folk, yo mismo no me declaro especialmente fan del hard-rock , pero se curraron un show de 90 minutos realmente sensacional que fue una lástima que no tuviera una respuesta del público al mismo nivel. El nuevo cantante, Jose Mancheño, no decayó en intentar animar al público y ofreciendo un recital más que notable, sintiéndose como en casa durante las colaboraciones vocales de Tania Santos (Saltimbankya) en El Último Adiós de su anterior disco Inmortal (2008) y Martí Doria (Doria) en una cover del eterno Eye of the Tiger de Rocky, que fue el tema del recital más celebrado y jaleado.
Recuérdame, tema que cierra su nuevo álbum Desde El Silencio (2018), fue tocada en acústico con gran delicadeza en gran conjunción con Pablo Guerra, el flautista del grupo, quien estuvo genial e inspiradísimo durante todo el concierto, si bien relegado físicamente a un sitio algo retrasado en el escenario. Junto a él estaba el batería Jose Fernando Amat, quien supo compaginar el hard-rock con dejes de un correcto power metal. Acompañados del gran bajo de Iván Martínez y con los veteranos José María Jerez y Francisco Gonzálvez Esteve a las guitarras, arrancaron un buen sonido rockero con tintes folk que fue mutando al metal de los anteriores discos, subiendo sin duda el nivel con la aparición en escena de Raquel García (Forja) para dos temas (especialmente cuando su gaita copó todo el protagonismo) y también con ese grand finale que fue Las Mil Y Una Noches con todos los colaboradores (e incluso los más fans de entre el público) arriba del escenario.
SALDUIE
Después del gran carrusel de colaboraciones que Lándevir había reunido y con el que habían convertido la Sala Bóveda en una fiesta folk, llegaba el turno de ponernos bélicos con Salduie y su retorno a la invasión romana de Hispania. Y aunque hubo bastantes problemas de amplificación y de control de volúmenes al inicio del concierto, la épica de este grupo fue latente durante la hora y media que estuvieron en el escenario, con un público entregadísimo que logró que no importara la poca afluencia de gente.
La intro homónima de Viros Veramos marcó la llegada de los zaragozanos a escena, para arrancar con ese atronador comienzo de disco que es Sedeisken. Una auténtica lástima que las gaitas y los whistles de David Serrano y Nem Sebastian con esos riffs de guitarra y la conjunción de las tres voces del grupo no sonaron todo lo bien que debieron al inicio por los ya citados problemas de audio, pero su presencia en el pequeño escenario (con los 8 miembros arriba) fue inmensa, y cuando la amplificación correspondió, el concierto se elevó a cotas de gran calidad. Hubo temas de su nuevo disco como reminiscencias de sus previos trabajos, llamando a la Tvrma Sallvitana e invocando Los Fuegos de Belenus de su disco Belos (2016) y poniéndose fiesteros invitando A Brindar con su opera prima Imbolc (2015) mientras intercalaban temazos de Viros Veramos como su apoteósica Kalakorikos y ese himno que ya es Sertorio. Nem Sebastian (en su doble faceta de cantante e instrumentalista), junto a Diego Bernia a los guturales y Diego Royo a la voz lírica más potente, estuvieron los tres geniales durante toda la velada. Y es muy de agradecer que, siendo un grupo de orientación folk, la facción metalera de Salduie con Sergio Serrano y David Galbán a baquetas y bajo tengan tanta presencia y progresividad en las composiciones, así como los riffs de Sergio Couto y Victor Felipe supieron tener toda la fuerza cuando la primera línea de las omnipresentes gaitas y whistles de David Serrano y Nem lo requerían.
El turno de colaboraciones llegó con la excelentísima y progresiva Las Crines de Epona, donde Clara Beack del grupo barcelonés Embersland puso las voces de Epona y a Lucas Toledo, cantante y a su vez técnico de sonido del grupo al fondo de la Bóveda, subieron al escenario conformando una brutal primera línea vocal de 5 intérpretes en el escenario. Y aún hubo tiempo de presentar muchos temas de su Viros Veramos como Viriato o RTNP (Roma Traditoribus Non Praemiat) junto a clásicos como Imbolc, las Bestias Númidas y Carus de Sekaiza, y aunque no tocaron ese epílogo del que estoy embelesado que es Diana, La Cierva Blanca, el estallido que es su himno Numancia hizo temblar los cimientos de la Bóveda con una audiencia entregada marcando el final de un repertorio potentísimo y equilibrado, ponderando muy bien sus hasta ahora tres CDs.
Eran más de las 12 de la noche cuando todo acabó, pero la lluvia, que no había cesado en toda la noche, no me impidió esperar fuera de la Sala Bóveda para conocer a los 8 integrantes de Salduie, quienes me acreditaron como prensa para cubrir tamaño evento, y así charlar con ellos y felicitarlos, hacerme una inmensa foto con todos ellos (incluido Lucas Toledo) y que me firmaran su Viros Veramos con todo el cariño del mundo.
Lástima que la lluvia y la poca afluencia de público no acompañaran demasiado, pero los que estuvimos ahí disfrutamos, y mucho. Geniales músicos y muy cercanos, tanto Salduie como Lándevir supieron ofrecer una velada de gran calidad y con las dosis exactas de headbanging, fiesta y alardes musicales, con colaboraciones de lujo y un crescendo épico durante las 3 horas de concierto.