Después de unas semanas ausente por estos lares, vuelvo con energías renovadas y con una batería de artículos pendientes que hará las delicias de cinéfilos y melómanos de vertiente más friki. Y empezamos con el SantCugat Fantàstic, que justo hace un mes celebró su quinta edición, y del que ya hablé semanas atrás en el programa de radio Quimèric de Radio Sabadell. 4 días, del 2 al 5 de mayo de 2019, en los que se proyectaron 15 films y 28 largometrajes (incluyendo cine a la fresca) y se celebraron 10 actividades paralelas entre las que destacan 3 interesantes conferencias.
Jueves 2
Arrancamos el jueves 2 al atardecer con la fiesta de inauguración, en la que JR Armadàs y Marc Carreté, codirectores del festival, dieron la bienvenida a la regidora de cultura del municipio, Silvia Solanellas, al jurado y al miembro técnico y artístico del corto inaugural, Vaca, de Marta Bayarri y Oriol Ruiz, basado en un monólogo teatral que ella misma había interpretado tiempo atrás.
Se dio el tiro de salida también a la exposición de los cortos pero intensos cinco años de festival con una selección de carteles y fotografías de distintos momentos del certamen, que nació como noche de terror.
Entramos por primera vez en el cine para presenciar el cortometraje Vaca, presentado por el equipo, y el film inaugural Nazi Undead. Rodado en catalán, Vaca ofrece una interesante fábula que reflexiona sobre la “mierda de vida” que se lleva hoy en día desde la docuficción en un matadero y un monólogo sobre sueños, aspiraciones y frustraciones en la que se involucra a tres personajes: un conductor de autobús, una trabajadora del matadero… y una vaca.
Nazi Undead, por el contrario, a pesar de ser la opera prima del australiano Steven Spiel y gozar de unos magníficos efectos especiales por el cortísimo presupuesto del film, se pierde en su propio argumento y aunque ofrece un buen giro final que ata todo el intrincado argumento, su tono es informe y muy poco cohesionado, intentando meter terror, gore y paradojas temporales con nazis y una casa encantada. Demasiadas cosas para un film donde la escasa capacidad interpretativa de la pareja protagonista no ayuda. Una lástima.
Viernes 3
El segundo día de festival empezó temprano con The Cleaning Lady, sin duda una de las mejores películas de esta V edición del Sant Cugat Fantàstic. De inicio costumbrista donde una chica de buena clase social entablará amistad con su nueva mujer de la limpieza, Shelly, que tiene toda su cara quemada. Poco a poco, unos flashbacks absolutamente terroríficos sobre el pasado de Shelly irán dejando paso a una atmósfera insana que se mezclará con su obsesión por su nueva amiga. Jon Knautz, director norteamericano director de la comedia Jack Brooks, Cazador de Monstruos, nos ofrece aquí uno de los films independientes del año en cuestión de género, con magníficas interpretaciones, escenas incómodas, y un crescendo continuo que desemboca en un gran final.
Seguimos con Cariño, cortometraje español de Ángel Gómez, que ya sorprendió hace unos años con el excelente Behind. Repite Macarena Gómez en una historia mucho más costumbrista pero igualmente brutal y con la violencia de género de por medio, donde una anciana se verá involucrada en la oscura vida de la pareja recién mudada al piso de delante suyo. Desgraciadamente la americana Ruin Me no pudo mantener el nivel, y la rocambolesca historia sobre “el scape room más brutal del mundo” y sus flirteos con una atmósfera al estilo Lost de Preston DeFrancis, aunque empieza muy bien no termina de convencer, fallando estrepitosamente además en un desenlace demasiado rebuscado.
Pausa cinematográfica para la primera de las conferencias del festival, a cargo de James J. Wilson, sobre el género zombie, repasando la revolución que supuso George A. Romero cuando decidió cambiar el voodoo, que hasta entonces era la magia tras los muertos vivientes, por la ciencia y un tono mucho más apocalíptico, y cómo ha avanzado hasta nuestros días con propuestas como The Walking Dead o World War Z.
El cortometraje español de acción Lobisome, de claro tono homenaje hacia el cine de hong kong y con flirteos estéticos a Matrix y un claro guiño hacia Paul Naschy, dio paso a la sorpresa de la noche: The Night Sitter, film norteamericano de estética deliberadamente ochentera, cogiendo todo lo bueno que eso conlleva y usando todo lo malo para generar parodio de su propio estilo, para ofrecer 90 minutos espectaculares donde una joven se hace pasar por canguro en una casa de un barrio rico para robar durante la noche, y escoge la peor casa que podía. El resultado es una divertida comedia de terror donde la obsesión del padre por ser el nuevo Iker Jiménez desencadenará absolutamente de todo… y cuando digo de todo, es de todo.
Y con este buen rollo llegamos al plato fuerte de la noche, la maratón nocturna que empezó con el brillante cortometraje andorrano de terror Le Blizzard de Álvaro Rodríguez y que juega inteligentemente con la atmósfera bélica de la WWII, y una madre que busca desesperadamente a su hijo en una montaña nevada, y el género fantástico mediante paradojas temporales.
Y si Le Blizzard, que se pudo ver hace unos meses en el VIII Sabadell Film Festival, convenció, pasamos a dos de las grandes producciones que arrasa allá donde van: el retorno por todo lo alto de Pascal Laugier (artífice de la tremenda Martyrs) con Ghostland, y One Cut of the Dead, film japonés de Shinichiro Ueda que revoluciona y revienta desde dentro el género zombie con una puesta en escena extraña, interesante y desternillante (por este orden), y de la que mejor no saber nada antes de verla, más que situarla en el juego metacinematográfico del rodaje de un film de zombies que no termina demasiado bien. Y ¿qué decir de Ghostland sin caer en el spoiler? Como menos se sepa de este film mejor. Sólo diré que si los flashbacks de The Cleaning Lady se os hacen difíciles de soportar, Ghostland va a suponeros un auténtico reto. Si Martyrs sacudió el género en 2008, Ghostland no se queda atrás diez años después con una propuesta insana como pocas. La secuencia inicial, donde unos perturbados sádicos irrumpen en la casa de una madre y sus dos hijas, no es ni de lejos lo más incómodo de un film donde nada es gratuito, y cada escena, por violenta que sea, tiene su razón de ser. Brutal.