Llegaba al ecuador de la semana laboral del festival, con un buen lunes y un genial martes en cuanto a proyecciones se refiere ya finalizados, el cansancio empezaba a notarse y esas siestecitas buenas en esos 25 minutos de Rodalies empezaban a agradecerse mucho…
Miércoles 14
A las 19:30, ya descansado, entraba con una amiga mía de Molins de Rei mismo y violinista de la Orquesta Celta de Barcelona, Anna Fité, a la que sería la única película de la retrospectiva de Brian de Palma que vería. Pero qué película. El musical que De Palma y Paul Williams crearían en 1974, Phantom of the Paradise, es un film que no es que rompiera moldes de su época (los 70), es que rompió hasta los de los 80 antes que supiera cuáles eran. Una auténtica catarsis revisionada del Phantom of the Opera de Andrew Lloyd Webber, que ya era una revisión de Fausto. Con el añadido de que en Phantom of the Paradise el protagonista compone una revisión de Fausto, con lo que el metalenguaje que hay en este film es inmenso. Las canciones de Paul Williams (quien además interpreta al villano) son increíblemente buenas, y el pulso de De Palma es directo, seco, enfermizo, bello. Este impecable Fantasma del Paraíso es de obligado visionado, y más si es en una sala de cine.
Como la primera película de la doble sesión, La Nuit a Dévoré le Monde, ya la había visto hacía pocas semanas en el Festival de Sitges, decidí poder cenar tranquilamente con mi amiga mientras comentábamos la película, que no había visto nunca y como suele pasar, esa primera vez siempre fascina. Sólo comentar que esta The Night Eats the World es un film intimista y muy reflexivo sobre los miedos internos que acechan a un chico que despierta en casa ajena y con el apocalipsis zombie fuera del edificio. Cuesta innovar ya en el género zombie, pero Dominique Rocher logra en esta su opera prima un film coherente e interesante, que quizá gira demasiado entorno a los mismos mensajes y su tono introspectivo la hace lenta, pero su ajustada duración (90 minutos) le es un punto a favor.
Y hacia las 23:00, y eso que era entre semana, se hacía el lleno absoluto en La Peni para poder presenciar la premiére española de After the Lethargy, la nueva creación del realizador catalán Marc Carreté, codirector además de otro festival de cine, el SantCugatFantàstic, que cubrí hace unos meses, y también productor de Framed, película inaugural del pasado Terrormolins. Prensa, amigos, cast & crew del film… con Carreté y los actores protagonistas Andrea Guasch y Ramon Canals al escenario, la platea del teatro a reventar disfrutó de una película de espíritu claramente ochentero, con flirteos con la serie Expediente X e incluso cierta parodia acerca de programas como Cuarto Milenio. Una trama de extraterrestres, psicópatas y conspiraciones es lo que encontrará en After the Lethargy la joven protagonista, una aficionada a la ufología que decide visitar los vestigios de una antigua zona militar abandonada, donde hubo rumores de avistamientos alienígenas. Personajes de lo más extraños y múltiples giros de guión en unos decorados impresionantes (se rodó en Montserrat y Collserola) nos llevarán por los inesperados derroteros de una historia de 80 minutitos que es, en palabras del propio Carreté, “el relato que tenia ganas de explicar y la película que tenía ganas de hacer: un producto creepy inspirado en el cine más gamberro que tanto adoro de los 70 y 80″.
Y al salir, lo inesperado: el diluvio universal más descomunal que recuerdo en meses estaba cayendo en un Molins de Rei cuyas cloacas eran incapaces de tragar los varios centímetros de agua que colmaban las calzadas y aceras. Esperamos a ver si amainaba pero miré el meteo.cat y no tenía buena pinta. Por suerte, mi amigo Jordi Ojeda había venido en coche y nos llevó a mí y a dos amigos más de prensa, a Saül Ivars de Desde el Sofá y a Oriol Hernández de Terrorweekend, a Barcelona. El viaje fue algo tortuoso, con una cortina de agua inmensa por todo Molins de Rei. Y en Barcelona ni tan siquiera llovió. Gajes del oficio, supongo… Pero conseguimos una foto con Marc Carreté y los actriz protagonista Andrea Guasch. Así que valió la pena.
Jueves 15
Como solía pasar estos días, me perdía el primer film de la tarde, pero al igual que con The Night Eats the World, ya la había visto en Sitges. Piercing es un relato bizarro y encantador a partes iguales, con un toque muy ochentero y una propuesta argumental de lo más interesante: un padre de familia simula un viaje de negocios para ir a un hotel, y llamar a un servicio de señoritas de compañía. Su objetivo: asesinarla. Pero en todo plan pensado y preparado puede haber complicaciones, y obviamente, las hay. Nicolas Pesce, basándose en una novela de Ryû Murakami, filma una película muy sólida con un humor entre negro y patético y un guión totalmente sorprendente. Sólo su abrupto final y un toque quizá demasiado naïf entorpecen lo que podría ser una gran propuesta.
Pero yo llegué a punto para la siguiente película, la ración asiática de estreno de este festival. Su nombre: Gonjiam: Haunted Asylum, un found footage que aprovecha las nuevas tecnologías para ofrecer esa nueva vertiente del género más enfocada (sic) hacia el material en directo más que material encontrado (en pasado). Un canal coreano sensacionalista de youtube decide adentrarse en directo en el sanatorio abandonado de Gonjiam, donde hay rumores de fantasmas y donde ha desaparecido gente últimamente. Lo que se encontrarán ahí no es nada nuevo bajo el sol de esta clase de producciones, pero ese toque insano asiático le da un plus necesario que logra un buen puñado de secuencias realmente memorables. Satisfactoria, aunque no pasará a la historia.
Tiempo para cenar y volver a La Peni para ver la primera película de la doble sesión nocturna (la segunda, Book of Monsters y que empezaba a las 23:00, la acabaría desestimando por cansancio acumulado). A las 21:30 empezaba Lifechanger, una interesante propuesta canadiense de terror fantástico entrañable del director y guionista Justin McConnell (que salió a presentar su obra) que nos enseña cómo un ser asesina a personas y toma su forma, adoptando no sólo su aspecto sino sus recuerdos. Pero esos cuerpos que adopta entrarán en putrefacción cada vez más rápidamente y se verá obligado a matar más y más para sobrevivir. Y paralelamente, una tragedia amorosa alrededor de una mujer a la que el marido la dejó cobra más y más importancia para este ser. Lo que depara el final del film es la mezcla perfecta entre el romanticismo y la crueldad. Bien rodada y con buen pulso narrativo, su guión esconde bien sus cartas para dosificar la información al espectador y tenerlo enganchado con gran habilidad.
Después de eso mi sensación de sueño era latente, más aún si tenía en cuenta que al día siguiente, viernes, mi horario laboral era intensivo y entraba aún más temprano a trabajar. Así que aunque vino su director, Steward Sparke, con tres de las actrices protagonistas a presentarla, volví a Barcelona de nuevo como copiloto de mi colega y coautor del libro del festival sobre Brian De Palma, Gerard Fossas.