Hay momentos en que debes dejarte aconsejar por terceras personas que saben de tus gustos. Y cuando Meri Rodríguez, miembro de la banda de folk-pop O Val Das Mouras de la que ya he hablado en alguna ocasión, me recomendó el concierto que el pasado 27 de octubre de 2018 se iba a dar en la Sala Monasterio con dos grupos locales de metal progresivo, sentí una inmediata curiosidad. Y fue oír un par de canciones de esos dos grupos que entonces desconocía (Inner Side y Born in Exile) para saber que, efectivamente, la noche de aquél sábado debía verlos en directo. Así que saliendo de la cobertura del Festival In-Edit que hacía para L’Escriba, el otro medio en el que estoy, me dirigí a la Vila Olímpica para cenar algo y estar a punto a las 22h, hora (peculiar) de inicio.
Inner Side
Con algo de retraso se inició el concierto, pero valió la pena la espera. Con la intro de su CD The Corners of Time, de corte sci-fi con reminiscencias al Inception de Hans Zimmer, Inner Side salían al escenario para empezar con la primera canción del álbum, Any God, de corte muy dreamtheateriano y con una parte central muy bien equilibrada entre guitarra y teclados, con una base de doble bombo multirrítmica brutal en la batería. Parece increíble que el baterista Rodrigo Hernández y el teclista Pau Pomés fueran presentados oficialmente como miembros de la banda apenas dos semanas antes junto al nuevo bajista, Alex Marques. La química de esos cinco músicos, añadiendo a los fundadores Manu Esteve a las voces y a Chris Romero a las guitarras, fue increíble, de mucho más tiempo tocando juntos.
Curiosamente las 5 primeras canciones que interpretaron siguieron el orden inicial del CD. Así pues, luego de la directa y versátil Any God pasamos al viaje progresivo que es The Man Who Lost His Soul, con ese inicio tranquilo a piano con la voz rasgada de Manu Esteve luciéndose para evolucionar hacia un tono épico cargado de orquestaciones y pasajes melódicos, para regresar a la caña progresiva con Lies, con una base melódica y rítmica impresionante con claras influencias de mis queridos Dream Theater (lo cual es de todo menos malo), y de la que podéis ver el fragmento final al inicio del video dedicado a su actuación.
La longeva balada Shadows of the Past invitaría a dejarse llevar por una canción aparentemente sencilla y tranquila pero con una segunda melodía a la guitarra realmente atractiva y una parte central bastante heavy que la dota de un carácter especial, y que dejaría paso a la canción más larga de su repertorio, The Corners of Time, con un inicio acústico con cierto swing y que va sorprendiendo a lo largo de sus 9 minutos con riffs y cambios de ritmo disfrutables y muy técnicos a la vez, con pasajes neoclásicos al piano que son una auténtica delicia y la voz rasgada de Manu dando coherencia a toda la composición. 9 minutos que pasaron volando.
Here Inside sería la última canción que interpretaran, un épico corte de más de siete minutos de duración cuya naturaleza progresiva viene principalmente por el doble bombo de Rodrigo Hernández y que junto con las orquestaciones le aportan un aroma mestizo perfecto entre los Dream Theater de finales de los 90 y Symphony X que le va dando más y más potencia a medida que el tema avanza vocalmente para detenerse abruptamente en la parte instrumental y volverse épica de nuevo para el grand finale, que también podéis ver y escuchar en el video.
Born in Exile
Saltaron al escenario con Madness Light, penúltimo tema canónico de su Drizzle of Cosmos en que mezclan power, heavy y prog con una naturalidad idónea para poner a tono a la audiencia. Y aunque el mix de sonido era algo irregular en la Monasterio, en esos 5 minutos ya se notaron dos cosas: que las tablas que tienen en directo (sobretodo de Rodrigo Báez y Carlos Castillo a las guitarras) son muchas y muy buenas, y que su frontwoman Kris Vega, aparte de una rotunda presencia en el escenario, tiene una voz sobrenatural. Todos sabemos que en el proceso de grabación hay varias tomas, se puede repetir… pero hacía tiempo que no alucinaba con una voz femenina en directo como la de Kris Vega, que no sólo se permite cantar con la misma potencia y registro que en el disco sino que en directo se desata aún más. Impresionante.
Siguieron con Enchantress, tema de su futuro segundo álbum, riffs agresivos y muy deudora del thrash y el heavy, y como tercera pieza siguieron con mi favorita de su Drizzle of Cosmos: los 8 minutazos progresivos de Between con sus cambios de ambientación y melodías progresivas, y sobretodo, ese minutazo final, esos 60 segundos donde la multirrítmica sección de bajo (Lucas Comiñas) y batería (Juanma Ávila) estuvieron geniales, y donde Kris Vega cantó lírico, rasgado e incluso gutural con una facilidad pasmosa. Y lejos de bajar el listón llegamos al ecuador del concierto con Tycoon, de mis favoritos, un tema muy rápido y progresivo con riffs a 3/4 donde Carlos Castillo tiene mucho protagonismo como corista además de guitarrista, tonos arábigos y un interludio central que es una delicia.
La intro de su LP, la instrumental Subject 6850 con ese toque cinemático 7/4 tan hanszimmeriano, dio paso a Revenant, una pieza compleja y enérgica y que en directo fue apabullante, con la banda entera totalmente compenetrada, sabiendo transmitir ese toque cañero y melódico de la canción, y con Carlos haciendo esa doble voz en el pegadizo estribillo, inédita en el disco pero que me parece una adición genial en los escenarios.
A partir de aquí llegaron las sorpresas previas al grand finale que fue su dreamtheateriana Fields of Fire, de la que pronto sacarán el videoclip y que fue un fin de fiesta arrollador. Sonó Ziggurat, tema que flirtea con el death melódico y que aparecerá en su próximo álbum, y que contó con la participación en directo de Umbra Hatzler, vocalista de Drakum. En el vídeo de su actuación pude grabar el momento, aparte del final de Between y el de Revenant:
Y antes del boche de oro de Fields on Fire, que está en mi podio de favoritas del disco (junto con Between y Tycoon), llegó la premiére de otro tema de su segundo CD, Living Inside Me, arrolladora y muy heavy, con una carga instrumental brutal. El segundo álbum promete más valentía compositiva sin abandonar su sello desgarrador y la vez progresivo que les hace tan personales.
Con todo, Born In Exile demostró tener nivel de sobras para contagiar su energía y tener a toda la platea de la Monasterio a sus pies. He oído a público de salas con bastante más capacidad ovacionar a menos decibelios, y es que es un lujo tener un grupo local con tanto potencial como Born in Exile. Y si encima puedes tener el gustazo de conocerlos, intercambiar impresiones, poder hacerte fotos con ellos y que te obsequien con el disco firmado y con púas de los dos guitarristas, no puedo sino considerarlos majísimos, aparte de excelentes músicos. Sin olvidarme de los teloneros Inner Side, quienes con su toque más puramente progresivo tienen todos los elementos a su favor para gozar de un prestigio ascendente.
En definitiva, lo vivido por unos pocos privilegiados la noche del 27 de octubre en la Sala Monasterio fue impresionante. Conciertazo organizado por Wear Black con dos espléndidas bandas locales con alma de una proyección internacional que espero que consigan más pronto que tarde. Sin duda lo merecen.