Haciendo gala de mi desorientación natural, a las 19h del 21 de septiembre estaba yo en la Filmoteca de Catalunya para asistir a la gala de clausura del Lychee Film Festival, cuando debido a las inundaciones sufridas, ésta se había trasladado a los cercanos (por suerte) Cines Maldà, quienes habían acogido la retrospectiva Love in the 90s del certamen, donde también figuraba la sesión que finalizaría la gala, el film ganador del León de Oro al mejor film del Festival de Venecia el año 1994 Vive l’Amour, de Tsai Ming-liang.
Photocall y gala
En el photocall situado en el hall de las Galerías Maldà iban desfilando invitados y organizadores del festival y el público iba subiendo las escaleras hacia la platea del cine.
La propia gala empezó con una actuación musical de un trío de jazz al estilo new orleans que fue maravilloso a la par que desconocido, pues ni se los presentó ni se los despidió. Acto seguido, la Cónsul General de China en Barcelona, la señora Lin Nan, alabó la gran labor del Lychee Film Festival en su aún corta corta para acercar las comunidades china y española a través del cine. El agradecimiento a voluntarios y público, así como al equipo del certamen, fue explícito de mano de Ma Ke y Lin Yu, programadora y presidente/fundador de uno de los pocos festivales que se han atrevido a celebrarse en dos ciudades simultáneamente (Madrid y Barcelona, la principal novedad de esta segunda edición).
Palmarés y leitmotiv de la 3a edición
Adrián Devant, por último, procedió a anunciar a los galardonados de esta segunda edición según la decisión del jurado, formado por Oriol Paulo, Javier Tolentino, Menene Gras, Torovandarko (Lü Hang) y presidido por Fernando Rodríguez Lafuente:
- el premio a mejor director y mejor película recayeron sobre la misma producción, la genial The Great Buddha+ de Huang Hsin-Yao.
- y el galardón a la mejor interpretación (un premio que en el Lychee no distingue entre géneros) recayó en Qi Xi, la protagonista de Bitter Flowers, film de Olivier Meys inaugural en Madrid.
El premio del público fue para la estupenda On Happiness Road, de Sung Hsin-Yin. Personalmente estoy muy satisfecho con los premios dados pues aparte de estar muy de acuerdo con ellos, pude ver todos los films premiados. Podéis encontrarlos todos analizados en la anterior parte de la crónica del festival.
Finalmente, Ma Ke anunció la temática para la tercera edición del festival que se celebrará en 2019: la juventud. Para concluir la gala, se procedió a la proyección de la película de clausura Vive L’Amour, de Tsai Ming-liang.
Película de clausura
Película galardonada con el León de Oro del Festival de Venecia a mejor film, como hemos dicho antes, el segundo film de Tsai Ming-liang es una apuesta complejísima por un estilo de cine muy personal y que desde luego, no es para todos los públicos. Vive l’Amour es un retrato de la soledad y la incapacidad social de tres personajes principales disjuntos que entretejen su vida alrededor de un piso vacío en venta el cual ocupan en secreto: una agente inmobiliaria a cargo del piso en cuestión, un vendedor ambulante y un comercial de nichos para cenizas. Tres retratos de gente sin vida que ve la vida de la gente pasar, y a la que la cámara retrata con largos silencios y en una intimidad incómoda (para el espectador), ese lapso de tiempo donde nadie nos ve y todos hacemos cosas que no son de mucho glamour. De ahí el irónico título del film: “viva el amor”, donde ninguno de los tres protagonistas sabe siquiera buscar ese amor.
Quizá una película de difícil visionado, a la que sus casi 2 horas de metraje no ayudan al espectador medio, Vive l’Amour es un film basado en emociones y pensamientos, donde lo que la cámara nos muestra la mundanidad justamente para contarnos las cosas en subtexto, algo muy complicado y que Tsai Ming-liang consigue con creces en esta su segunda obra, en la que por desgracia peca de reiteración. Aún así, se nota el embrión de lo que sería su película más internacional, El Sabor de la Sandía (incluso hay una escena con sandías en Vive l’Amour, que se ve en el trailer arriba de estas lineas).
Y con esto nos despedimos del Lychee Film Festival en su segunda edición, con la temática de la tercera edición ya en foco, y aguardando qué nos deparará el cine chino continental el septiembre que viene.