Lychee Film Festival 2018: La Flor del Lychee + Dragonfly Eyes

Aunque la gala de inauguración recayó este año en Madrid y no pude asistir, sí que no quise faltar al evento preinaugural del Lychee Film Festival llamado La Flor del Lychee y que se celebró el pasado día 12 de septiembre, con una charla académica sobre el leitmotiv del festival y el ritual de la ceremonia del té como punto final al evento. El año anterior se hizo en el auditorio del FNAC Triangle, y este año recayó en el del FNAC Arenas.

A modo de debate constructivo a dos, la charla tuvo como invitados a Manel Ollé, que ya estuvo en La Flor del Lychee del año anterior , y a Ivan Pintor, teniendo como foco el romanticismo en el cine chino. Fue una conversación muy interesante, donde sobrevolaron el cine asiático en general para denotar la diferencia entre el romanticismo entendido desde perspectiva oriental y la nuestra, la occidental: si en occidente la mujer tiende a ser el objeto deseado, en oriente tiene un papel más deseante, ya incluso desde los primeros pasos de la era de Mao en los años 30.

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El enfoque del amor es distinto también entre oriente y occidente, pues en occidente abundan los planos cortos para acercar a los personajes y a mostrar los sentimientos a flor de piel, mientras que el cine oriental (y claro, China) tiende a la sutileza y al subtexto, y a las distancias medias en términos de imagen, con una cámara más testimonial y que obliga al espectador a “recorrer” el espacio que hay entre los personajes.

Yuan Jingjing repitió este año como maestra del ritual de la ceremonia del té, y aunque sirvió unas pocas tazas del té que elaboró in situ, este año sí pude probarlo pues había traído más cantidad elaborada previamente siguiendo la misma ceremonia. Delicioso el té, y deliciosa la elegancia y la solemnidad de los gestos, las distancias y los pasos de Yuan Jingjing durante la ceremonia, a la que los asistentes atendíamos embelesados.

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El día 14, dos días después, se daba el pistoletazo de salida al Lychee Festival, pero como ya he dicho, en Madrid. En Barcelona no hubo gala alguna, sino un primer pase pseudo-inaugural en los Verdi Park de un film peculiar a la par que asombroso: Dragonfly Eyes, primer film del videoartista Xu Bing.

Compuesta a partir de 10.000 horas (sí, diez mil) en imágenes reales de las cámaras de vigilancia que componen el Big Brother de China, Xu Bing fabrica una historia sobre los problemas sociales de China mediante clips de esas imágenes reales de las cámaras vigilancia,  agregándole diálogos ficticios y tejiendo así una historia sobre los conceptps de destido, identidad, comunidad y ego, con una estrambótica historia de amor como hill conductor. Pudiendo resultar una obra maestra o algo infumable en igualdad de condiciones, es de justicia decir que que esta propuesta de apenas 80 minutos se decanta más hacia la vertiente de gran película. Contar el argumento completo del film sería desvelar demasiado de su propio mensaje, así que a partir de la secuencia inicial de una mujer cayendo a un lago y muriendo ahogada, sólo comentaré que la protagonista es una chica que estudia para ser monja budista y decide dejar el templo y vivir otra vida, llena de incertidumbres y sin el sustento seguro su congregación. Trabajando en una granja de vacas conocerá a su futuro amor en la película, de quien realmente emerge toda la trama real de la obra, atrayente y muy bien llevada y devendrá una road movie tanto literal como figurada.

No tuvimos gala inaugural en la ciudad condal pero sí gozamos como primer pase el de un film extraño pero cautivador, y que acabaría personalmente considerándolo el segundo mejor film visionado en esta segunda edición del Lychee. Pero hará falta esperar a la segunda parte de la trilogía de artículos que compondrán la crónica del festival, y a la tercera para la ceremonia de clausura y el palmarés.

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