La reina de las arias: OCM y Sara Blanch

Se acercaba Sant Jordi este 2018, cuando Sant Jordi salva a la princesa del dragón, pero justo un día antes, una reina de la noche (aunque era media tarde) se salvaba ella sola, con la Orquestra Simfònica Camera Musicae como séquito de lujo. El 22 de abril de 2018, a las 17:30 el Palau de la Música Catalana se vestía de gala para un concierto donde la voz angelical de la soprano Sara Blanch copaba el programa de un concierto cuyo título era profético: aun con el sol entrando por entre los vitrales del edificio modernista, emergió una auténtica Reina de la Noche.

Y no era la única personalidad invitada de ese evento: Tomàs Grau, director titular de la OCM, cedió su batuta a paso a Edmon Colomer, reconocido director barcelonés de orquesta y de ópera, gran conocedor de la obra de Beethoven y Mozart, compositores del clasicismo vienés que protagonizaban el programa de esa tarde. Desde sus manos se lideró una Camera Musicae, liderada por el concertino Christian Torres, que estuvo a un gran nivel pero le costó algo arrancar esa garra de lirismo salvaje al que la formación de Tarragona nos tiene acostumbrados. Un pequeño contratiempo cuando se inauguró el recital la obertura ‘Der Schauspieldirektor, KV 486, un potente comienzo con esa sección de cuerda tan bella y típicamente mozartiana que sonó quizá poco intensa.

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No obstante la obertura era sólo el principio, y la orquestra pronto recobraría la energía cuando todo el Palau enmudeció aguardando la entrada de Sara Blanch a escena. Ganadora del prestigioso 4o concurso Tenor Viñas hace 2 años, esta joven soprano catalana de 29 años ya goza de gran prestigio en Catalunya y de una prometedora carrera nacional e internacional por delante.

Con todo el público con sus ojos puestos en ella, la orquesta iniciaba las primeras notas de Voi avete un cor fedele, KV 217, una aria de inicio pausado que lentamente va evolucionando hasta un último tramo donde las notas picadas y las filigranas vocales están a la orden del día. Blanch demostró una grandísima maestría tanto del lirismo bello como de la precisión de las líneas melódicas y los picados, arrancando una más que merecida ovación del público, que dio paso a Misera, dove son?, KV 369, una pieza mucho más lírica y melódica en contraposición a la anterior, más allegro, con una contención dramática muy bien llevada tanto por la orquesta como por la cantante, a las que Edmon Colomer congenió maravillosamente.

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Luego de esas dos arias, que bien pensado parecían ser un catálogo de los grandísimos dotes de Sara Blanch como soprano de coloratura, ésta se retiró para dejar paso a una Camera Musicae que con la overtura de Don Giovanni recuperó ese brío característico, ese modo de interpretar tan preciso y a la vez tan visceral, y que llegaba en el mejor momento: cuando Sara Blanch volvió al escenario para interpretar Der hölle rache, KV 620, la furiosa (y famosa) aria de La Reina de la Noche de La Flauta Mágica. La orquesta estuvo maravillosa, pero lo que hizo Blanch parecía de otro planeta: su capacidad vocal con esas filigranas consecutivas y esos picados imposibles fue impresionante, pero lo fue aún más la expresividad en su agresiva interpretación de una Reina de la Noche violenta, vehemente y llena de ira. Una delicia para los oídos pero también para los ojos, la ovación del público hizo temblar los cimientos del Palau.

Pero una imagen vale más que mil palabras, y un video más que mil perífrasis verbales que intenten describir el talento de esta soprano catalana que es Sara Blanch. En el siguiente video podéis verla interpretando La Reina de la Noche, que aunque lamentablemente no es del concierto del Palau de la Música ni con la Orquestra Simfònica Camera Musicae, sí que permitirá que os hagáis una idea de lo vivido ese domingo 22 de abril:

Y eso no fue todo: la participación de la intérprete catalana terminaba, según el programa, con otra pieza más, la menos furiosa pero no menos exigente No, che non sei capace, KV 419. Y aunque de naturaleza totalmente distinta a esa flamante Reina de la Noche, sus numerosos picados y las largas filigranas con cambios de tempo y potencia fueron ejecutados con una mezcla perfecta de belleza y aparente sencillez tal que penetraban totalmente en el espectador.  Un excelente final de la primera parte del concierto que Sara Blanch quiso rubricar con un bis fuera de programa: una de las arias de Zaide, otra ópera de Mozart.

Con eso llegamos a un descanso para entrar en la segunda parte del recital, en el que abandonábamos la ópera y a Mozart para centrarnos en Beethoven y su Sinfonía no.2. Ahí el protagonismo absoluto fue para Edmon Colomer, quien capitaneó una Camera Musicae exquisita en la multitud de colores de una sinfonía que flirtea con el Romanticismo sin dejar esa potencia épica más del clasicismo. En especial mención ese gran scherzo de las maderas que protagoniza el 3er movimiento, al que seguiría ese triunfal 4o movimiento con acelerados pasajes de cuerda que la orquesta, con Christian Torres al frente, manejó con gran soltura.

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Casi dos horas de concierto magníficas, como puede apreciarse en las fotografías, como siempre obra de Martí Berenguer, y que mostraron una gran cohesión y química musicales con Sara Blanch y la OCM. Ambas nacidas en Tarragona, y ambas con un gran potencial visceral interpretativo que se retroalimentaba el uno del otro, transportaron a un público que se dejó llevar encantado. La gran ovación final, de nuevo con Sara Blanch en el escenario, así lo demostró.

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