Terrormolins 2017 (y parte 6)

Llega el acontecimiento que pone punto final de todo Terrormolins: las maratón de 12 horas de cine de terror que mucha gente empieza pero pocos aguantan hasta la última película. Este año llegué con el último tren del sábado, a punto para el tercer film, a las 0:20 del ya domingo 19 de noviembre. Problemas de agenda, demasiados eventos interesantes al mismo tiempo… así que las 12 horas en mi caso fueron 8, qué se le va a hacer.

Este reto final, compuesto por 6 películas (una de ellas secreta, como ya es costumbre), tuvo el siguiente horario; como podéis ver, el festival intenta mantener la condición humana de los presentes con descansos….

Llegar a punto del tercer film no fue del todo mal, porque la segunda proyección, Revenge, ya la había visto en Sitges, concretamente el quinto día de festival.

La película que venía a continuación, había clausurado Sitges pero no la había visto, así que perfecto. The Lodgers, ambientada como una fábula gótica en la Irlanda rural de principios del siglo XX, se llevó el premio del jurado como mejor película, y la verdad, no sé muy bien por qué. La nueva película de Brian O’Malley, director de Let Us Prey (que ya se proyectó en otras 12 horas de Terrormolins), tiene los mismos puntos fuertes y los mismos inconvenientes que su anterior obra: un punto de partida inquietante y atrayente, con buena ambientación y una fotografía bonita (aunque algo monótona), para terminar contando una historia demasiado insulsa como para ser interesante. Incluso el tercer acto empieza con un imaginario sobre la realidad chulísimo que se queda sin usar como concepto, se queda en puro atrezzoLet Us Prey era igual pero con secuencias de acción; el ritmo pausado de The Lodgers está mal escogido para una historia más bien plana, sin evolución de personajes, y con un desenlace que se ve venir de lejos. Sobretodo veniendo de Revenge, una película de acción con momentos exagerados pero que calan genial en la audiencia.

Tiempo para un descanso, con la proyección sorpresa a la vuelta de la esquina. Siguiendo la costumbre del festival, esta sesión sorpresa suele vintage, un clásico de serie B para ver en pantalla grande. Este año, la película escogida fue The Crazies, película de 1973 del fallecido este año George A. Romero, y que gozó de un extraño remake en 2010. Una película “de zombies” sin zombies, donde un virus experimental del gobierno americano se expande por un pequeño pueblo y todo infectado es extremadamente agresivo. La película es una vuelta de tuerca al género, siendo más una crítica sobre la gestión de una cuarentena “a la americana”, ocultando información y cortando por lo sano, que un film de terror propiamente dicho. Por desgracia, la escasez de presupuesto por desgracia hace mella en una producción muy interesante pero que ha envejecido algo mal.

Otro descanso; eran ya más de las 4 de la mañana y el frío en el exterior era ya más que notorio. Pero el calor de La Peni necesitaba canalizarse, y estirar las piernas no parecía mala idea. 25 minutitos para despejarse, lavarse la cara, andar, pasar frío y volver a entrar, a punto para Game Of Death.

Esta no tiene nada que ver con el film de Bruce Lee. El concepto de este film de 2017 es un cruce entre JumanjiBattle Royale, donde unos jóvenes deciden probar un juego del que no pueden escapar hasta que maten 24 personas, o hasta que sólo quede uno de ellos. Os aseguro que no es ningún spoiler, ya que esto es lo que pasa en los primeros 10 minutos de una película donde no se pierde el tiempo contextualizando nada, va muy a saco, cosa que es de agradecer. Las muertes y el gore son más que aceptables, y junto con las secuencias de créditos imitiando los videojuegos de los 80 conforman un producto que hace las delicias de quien busca un divertimento sangriento, 100% festivalero. Por desgracia la película acaba siendo algo rutinaria, pero dura 90 minutos, con lo que pasa la mar de bien, y más a las 5 de la mañana.

Pequeño y último descanso antes de la película final de estas 12 horas, donde por cuestiones logísticas (ya había trenes de vuelta) mucha gente desfiló, vaciándose bastante la sala. Mala suerte para ellos, pues el díptico Game of Death / The Night Watchmen fue lo más festivalero y sangriento de la noche.

Una película honesta, gore, y con un humor muy negro y políticamente incorrecto, y divertida. Para un final de 12 horas yo no pido más. A esas alturas, quiero reír y ver vísceras, y eso es lo que da The Night Watchmen, comedia gore donde tres vigilantes nocturnos ineptos deben hacer frente a una invasión vampírica, justo la noche en que se hacen horas extras por el deadline (nunca mejor dicho) del lanzamiento de una revista. Con ligeros toques que recuerdan a La Horde, aunque mucho más desenfadada, el trío de vigilantes está muy bien perfilado y la película no pretende ser más que lo que es, es un desenfreno de muertes y situaciones cómicas en menos de hora y media. Ideal para finalizar una maratón de terror, sin duda alguna.

A las 8:30 de la mañana, los supervivientes de las 12 horas salíamos de La Peni, con el sol ya saludándonos. Y como es habitual, llegaba el momento de la foto de familia de los valientes (y ya congelados) que acabamos la maratón. No están todos los que eran, pero sí salimos todos los que nos resistimos a dar el festival por finalizado.

Porque las 12 horas no son las 12 horas si no se acaban haciendo un chocolate con churros de buena mañana, sin haber dormido, con el grupo de organizadores y prensa que año tras año nos vemos en este gran festival que es Terrormolins, y donde nos sentimos como en casa. Chocolate calentito, ojeras hasta los tobillos, muchas risas, y buena compañía, todos resistiéndonos a irnos de Molins de Rei ese domingo por la mañana.

Finalizados los churros con chocolate, nos quedamos los tres locos habituales (con cariño lo digo jeje) a finiquitar el festival con un buen y generoso gin-tonic a las 10 de la mañana como gran colofón, para llegar a casa a las 12:30 del mediodía.

Y ahora a esperar al noviembre que viene para volver a disfrutar del frío de otoño de Molins de Rei y del cálido festival que es Terrormolins.

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