Era sábado 14, el último día canónico del festival (el último domingo es el de las maratones de repetición de películas, programación de ls cuales se sabe justo el día antes), y tocaba madrugar con tiempo, pues la primera película de la mañana era en el Auditori. Pero la caminata mereció la pena para ver A Silent Voice, el mejor film de animación japonesa de este Sitges 2017.
Uno de los productores de la cinta vino a presentar esta adaptación del manga homónimo de Yoshitoki Oima sobre el bullying en las escuelas y cómo esto afecta al presente y al futuro de todos los implicados. A Silent Voice es un peliculón que trata un tema muy delicado con sumo respeto, sin melodrama, y desde todas las caras del complicado prisma que es el abuso de compañeros de clase. Quizá tiene la pega de adaptar demasiado fielmente al manga, y por eso el guión se nota demasiado episódico y sin mostrar muy bien sus cartas (no en vano, en sus más de 2 horas de metraje el espectador puede procesar hasta 5 finales que no lo son realmente), pero el tratamiento de la niña que sufre bullying y el del bullyer es exquisito: ella es muda, razón principal por la que se meten con ella, y él el gamberro de clase al que le ríen las gracias, pero la evolución de ambos hasta llegar a edad casi universitaria es realmente culpidor.
A Silent Voice deja realmente tocado a quien la ve. En ese sentido me produjo la misma sensación que Anthem of the Heart el Sitges pasado, por la forma tan potente de contar conflictos de sentimientos sin ningún melodrama a partir de, justamente, una protagonista que tampoco puede hablar (aunque por razones distintas).
Es sábado, y aunque Sitges no está tan atestada de gente como el día anterior, sigue siendo complicado encontrar sitio para comer a una hora decente que me permita degustar la comida, pues luego tengo que volver al Auditori. Al final acabo encontrando sitio en la Cañateca del Prado, mientras pienso en cómo se verá la ciudad en la película que toca a continuación: Jojo’s Bizarre Adventure, de Takashi Miike. Porque esta película está parcialmente rodada en Sitges i Vilanova (entre otros lugares testimoniales como Castelldefels o Barcelona), haciendo realidad la promesa de Miike de que un día rodaría una película en la sede del Festival que mejor lo acoge.
Lleno absoluto del Auditori para ver esa bizarrada de película (y nunca mejor dicho) donde saldrá Sitges. Miike sale a presentar la película, haciendo obvio hincapié en que se había rodado ahí, y que íbamos a ver escenarios algo cambiados. Y cierto fue, porque las carcajadas de la gente al ver la óptica de la Plaça de la Vila convertida en comisaría de policía japonesa, o una secuencia exterior delante de la tienda de comida japonesa de take away en la calle del Prado tenían su razón de ser. Eso sí, lejos de eso, el film es un absoluto despropósito.
Ignoro si sigue fielmente o no la saga del manga que adapta, pero básicamente cuesta seguirla porque dan por supuestas las “reglas” del mundo donde se desarrolla la acción, con gente capaz de materializar una especie de transformer/superpoder ligado a él para luchar. Y en teoría será una trilogía. Veremos si llega a buen puerto, porque de rodarse las dos entregas restantes, fuentes fidedignas me contaron que sería hacia primavera/verano de 2019, y rodarían los dos films seguidos también en Sitges y alrededores. Suerte de hacer migas con un recepcionista del hotel donde siempre me alojo, que casualmente fue donde estuvo el cast&crew de Jojo más de 2 meses hará un año y medio.
Por los típicos retrasos del Auditori, tengo que salir corriendo como alma que me lleva el diablo para llegar al Retiro a la siguiente proyección: Psycopaths, de Mickey Keeting. Que oye, si lo sé me ahorro la carrera y dejarme el aliento por el camino. Según el propio festival, Psycopaths “es un sueño febril y psicodélico, mitad neonoir mitad slasher, que confirma el talento de Mickey Keating, enfant terrible del cine de género”. Yo diría que es simplemente un conglomerado de cortometrajes de terror sin ningún interés o aliciente, sin ninguna intención clara ni una conclusión o tema, pobremente hilados por un principio sugerente y que pierde fuelle al cuarto de hora. No dura ni 90 minutos, pero se me hizo tan larga, que la considero la peor película que he visto este festival. Seguida de cerca por Curvature.
Según mi horario, luego de Psycopaths era turno para The Brink, pero otro acontecimiento más importante hizo que me la saltara. En el Auditori la sesión de clausura ya había tenido lugar, pero a las 21:30, bcon acceso libre y bajo la emblemática Iglesia de Sitges, en el entorno conocido como La Punta, la entrega de premios tendría lugar al aire libre. Y como plato fuerte de la gala, La Fura dels Baus eran los invitados de honor con un espectáculo en homenaje al 50 aniversario del festival.
Muy en la línea de La Fura con su famoso Hércules en la ceremonia de inauguración de los juegos olímpicos de Barcelona, y también con el icono del festival, se vivió en el paseo marítimo el despertar de King Kong y su marcha imparable hacia a la Iglesia: un gorila gigante mecánico que golpeaba la cabeza contra las hojas de las palmeras. Aquí podéis ver el vídeo del momento en que logré llegar a la valla que separaba el espectáculo del público, verlo en directo fue impagable:
El gigantesco gorila cogió a los presentadores de la gala cerca de la Iglesia y los llevó al escenario donde se celebró la gala de entrega de premios, con la presencia de Ángel Sala, director del festival, quien dedicó unas palabras al inicio de ésta.
No pude quedarme mucho tiempo en la gala, porque aunque era el último día de festival (o eso pensaba yo), y la noche prometía ser larga, así que necesitaba descansar y cenar. Y digo que prometía ser larga porque iba a terminar el festival con el “regalo” bizarro que me doy cada año: la Japan Madness, una maratón nocturna de gore japonés que cada año programa el festival, y a la que salvo razones de fuerza mayor, siempre acudo.
3 películas, más de 5 horas en total, y empezando pasada la 1 de la mañana en la Tramuntana.
La primera película es la opera prima Vampire Clay, y fue presentada por un gran elenco de invitados formado por el director y guionista Soîchi Umezawa, el productor Yukihiko Yamaguchi y la actriz Asuka Kurosawa, mujer del director y que interpreta a la profesora de una academia rural de escultura en Japíon, donde prepara adolescentes para entrar en Bellas Artes. La escuela está en obras y desentierran una arcilla muy extraña que luego los estudiantes usan para esculpir. Llamándose Arcilla Vampira, y sabiendo que el director es creador de efectos especiales y que trabajó para Sion Sono en Cold Fish, imaginaros el resultado…
La segunda película, Meatball Machine Kodoku, es un slasher absolutamente loco, dirigido escrito y producido por la mente tras la extinta Sushi Typhoon, Yoshihiro Nishimura, quien salió a tirar caramelos al público, para deleite de los fans locos que estábamos ahí dispuestos a aguantar 5 horas de películas bizarras. También una de las actrices principales del film, Yurisa, vino a presentar esta locura que empieza como un drama social protagonizado por un triste agente comercial con cáncer terminal y que termina siendo una de las pocas esperanzas de salvación de una ciudad sitiada e invadida por parásitos alienígenas. No intenten entenderla, a disfrutar con los litros y litros y litros de sangre que hay, y poco más. Pero ya veníamos a eso así que bravo, los espectadores no queríamos otra cosa…
Por último, y para acabar, la tercera película de la Japan Madness era la tercera la tercera película que Takashi Miike presentaba en este Sitges: The Mole Song: Hong Kong Capriccio, la secuela de The Mole Song: Undercover Agent Reiji que ya se pudo ver en Sitges 2014. Mafias yakuzas absurdas, mucho humor y nuestro protagonista (policía infiltrado y patoso en un clan yakuza) ascendiso a las altas esferas del clan sin querer, enviado a Hong Kong para unos asuntos internos mientras la policía ha decidido eliminar a los infiltrados por peligro que se vuelvan en su contra. Comedia de acción idónea para ayudar a tener los ojos abiertos cuando los párpados deciden declararse en huelga.
Cuando volví al hotel eran las 7 de la mañana, y con la maleta por hacer. Suerte que logré que me dejaran hacer checkout del hotel una hora más tarde del límite. Mi salud iba a agradecer bastante poder dormir 4 horitas e irme de la habitación a las 13:00 horas…