Era finales de septiembre de 2010, cuando la banda de metal gótico Stravaganzza anunciaba un parón indefinido. Los fans de esa mezcla de metal sinfónico, progresivo, extremo y oscuro nos quedábamos huérfanos, pues la formación de Leo Jiménez, Pepe Herrero, Patricio Babasasa y Carlos Expósito era única en el panorama musical de habla hispana. Entre tanto, proyectos musicales paralelos de la inconfundible y brutal voz de Leo Jiménez han ido apareciendo, en tanto que Pepe Herrero se convirtió en colaborador de Mónica Naranjo, a raíz de su colaboración como orquestador y director de orquesta de su gira Adagio Tour, y que ha culminado con esa obra pseudo-stravaganzzica que es Lvbna, en 2016.
7 años después, en 2017, los medios reciben un comunicado oficial de Stravaganzza sobre su vuelta al mundo de la música, anunciando una gira española especial llamada “El regreso”. Toda una declaración de intenciones.
Después del primer concierto el 23 de septiembre en Madrid, la gira hizo parada en Barcelona el pasado 30 de septiembre, en una Razzmatazz 2 llena, no a reventar pero absolutamente entregada, dispuesta a vibrar con una gira que prometía ser especial, en muchos sentidos. Lamento el retraso en la crónica del concierto pero horas después del concierto, lo que tendría que haber sido una jornada democrática en Catalunya se fue de madre, y con ella todo el mes de octubre. Y el Festival de Sitges en medio no ha ayudado a darme tiempo y descanso, precisamente.
En total fueron casi 2 horas y media de concierto sin teloneros, que contó con bailarinas, performance con body painting, el nuevo guitarra Miguel Ontivero y tres invitados de lujo para complementar el apartado musical: Sergio Ramírez al violín; Eloy Terrero a los teclados, pianista inseparable de Pepe Herrero en conciertos sinfónicos; y Beatriz Albert, soprano de la banda de metal gótico española Ebony Ark y corista en las giras de Mónica Naranjo. Lástima que no pudieran venir todos los invitados de Madrid (hubo cuarteto de cuerda y cuarteto vocal de coros), pero aún así la Razzmatazz tuvo un sonido brutal.
El espectáculo estuvo orientado a hacer un repaso exhaustivo de su trayectoria cronológica, con un setlist dividido en cuatro actos, como sus álbumes hasta la fecha: Primer Acto, Sentimientos (Segundo Acto), Réquiem (Tercer Acto), y Raíces (Cuarto Acto). Una breve introducción con performance de baile, con música sinfónica compuesta para la ocasión y una voz atronadora anunciando lo que venía a continuación, anunciaba la separación entre álbumes. “Primer acto…”
El concierto empezó, como no podía ser de otra manera, con Dios, uno de los mayores hits del primer álbum. Eso sí, tocaron el remake que salió en el EP Hijo del Miedo y no la versión del Primer Acto, en mi opinión un punto negativo, pues prefiero mucho más el ritmo sincopado de la batería que la conversión a medio tiempo de la versión revisada. A continuación rubricarían un repaso quizá demasiado rápido del primer álbum con tan sólo dos canciones más: “Y en soledad me lamento” y “Mi tempestad”. Pero eso era sólo el calentamiento…
Sentimientos estuvo representado por 5 canciones; 6 si contamos el EP Hijo del Miedo como un bonus disc. Esperanza arrancó toda la energía posible en un abrir y cerrar de ojos, con un Leo Jiménez absolutamente pletórico en las voces, y los riffs y el doble bombo sonando a toda velocidad. Bajaron revoluciones pero no pasión para ejecutar precisamente Pasión, uno de los himnos del segundo álbum. Ahí Sergio Ramírez al violín tuvo un protagonismo enorme con Leo: la gente vibró como nunca con la solemnidad de esa gran balada.
De corte progresivo, los casi 7 minutos que dura Desilusión provocaron justo todo lo contrario a su nombre entre el público, eufórico. Y no contentos con ello, remataron con el grandísimo colofón del disco: la épica díptica de Dolor + Nostalgia, de casi 10 minutos de duración donde los agudos de Leo ya directamente tocaron el cielo. A destacar el dueto piano + voz fue entre Leo y Pepe Herrero, convertido de guitarrista a pianista para Nostalgia. Piel de gallina que se mantendría con Hijo de la Luna, la brutal versión que hicieron en 2006 de la famosísima canción de Mecano, con la Razzmatazz entregadísima cantando a coro.
A continuación podréis ver y oír la primera parte del videoreportaje que realicé en exclusiva del concierto. Como resumir la antología que hizo Stravaganzza en un sólo vídeo es imposible en un vídeo de menos de 5 minutos, me he decidido partirlo en dos asequibles vídeos de 4 minutos, éste primero con temas del Primer Acto y de Sentimientos, incluyendo cómo no, Hijo de la Luna de Mecano.
Y si Sentimientos es un grandísimo disco, potente y progresivo al mismo tiempo, con ritmos y arreglos complejos que la banda desempeñó a la perfección sin pestañear, con Réquiem acariciaron la perfección también en directo, combinando pesados riffs con un sonido oscuro dentro del metal, y luminoso dentro del sinfónico. Empezaron el repaso a Réquiem, claro está, con la épica Deja de Llorar, para pasar a Grande, uno de los temas más potentes que tienen, y que sacó a relucir los segundos guturales de Leo de la noche y el tributo a Big Simon.
Sin casi dejar descansar a la audiencia, empalmaron con Máscara de Seducción, donde la voz desgarrada de Leo Jimenez dominó el escenario con total impunidad, para terminar con el colosal díptico Réquiem + Inmortal del mismo modo que con el anterior acto: Pepe Herrero a los teclados y Leo en estado de gracia al micrófono.
Para mis gustos musicales, llevar el concierto en orden cronológico implicaba terminar con Raíces, el cuarto disco, el último hasta ahora, y en mi opinión el más flojo y menos inspirado que tienen. No es que sea mal disco, pero es que Sentimientos y Réquiem son obras magnas, y su Primer Acto desborda calidad por los cuatro costados. Y por lo que se vio entre el público, es una sensación general, pues ese ambientazo que llevábamos non-stop se diluyó un poco.
Esta última parte ofreció cinco cortes, empezando con Cuestión de fe para continuar con Sin amar, dos medios tiempos que gustaron pero no entusiasmaron como hasta entonces. La cosa cambió, eso sí, con Impotencia II y la colaboración de Mr. Compa a los guturales, una de los mejores temas del cd. Prosiguieron con la balada Un millón de sueños, para conectar con el grand finale del tema homónimo, Raíces. Para ser la última parte del concierto, fue la más irregular y la que menos empatizó con el público. Una lástima.
Pero aún había más.Acabado el cuarto acto, los integrantes de la banda desaparecieron del escenario para irrumpir de nuevo con los bises. Y como no quise mirar el setlist de Madrid (no me gustan los spoilers ni aquí), la sorpresa fue mayúscula: primero el arreglo metalero de Desátame de Mónica Naranjo que usaron en su gira 4.0, ahora con Leo en solitario desatando (je) un chorro de voz que a esas alturas de concierto era sobrehumano. Y para acabar, Vivir así es morir de amor de Camilo Sesto. Parece imposible convertir un concierto de metal en un karaoke, ¿verdad? Pues Stravaganzza lo consiguió, y con creces.
A continuación podéis ver la segunda parte del videoreportaje en exclusiva del concierto de los actos tres y cuatro, Réquiem y Raíces, incluyendo el bis de Desátame de Mónica Naranjo al final. 4 minutos más que completan un resumen de 8 minutos de las más de 2 horas de un recital imprescindible.
Como habréis podido comprobar por las imágenes y el brutal sonido, las 2 horas y media de música pasaron en un auténtico suspiro, se notaba que el público estábamos hambrientos de Stravaganzza. Apoteósico es poco.
Stravaganzza ha vuelto, y por la puerta grande.