Sitges 2017: día 6

Ese día dormí poco, algo poco más de 3 horas. Pero el día prometía, me decía. Una película producida por Xavier Gens (que encandiló con su Divide en 2009 y que presentaba su nuevo film La Piel Fría en el mismo festival, pero que no pude ver por problemas de solapado), The Villainess para acabar el día, y en medio, películas pequeñas que me despertaban gran interés, y tiempo libre al mediodía.

Entré a las 9:30 en el Retiro dispuesto a disfrutar con Hostile, el film dirigido por Mathieu Turi, asistente de dirección que ha trabajado con Quentin Tarantino y Clint Eastwood, y que bajo el manto de Xavier Gens presentaba su opera prima, un film post-apocalíptico de pequeño formato sobre el encuentro de una mujer con unas amenazantes bestiasHostile realmente bascula entre eso y un flashback que sirve de péndulo para lo que se quiere contar, pero lamentablemente dicho flashback carece de interés, y apenas sirve para que te imagines el final con bastante antelación. Película bien realizada y con buena fotografía, pero bastante vacía y lánguida.

Por suerte, la siguiente película me quitaría la espina de haber madrugado. Cary Murnion y Jonathan Milott, quienes ya presentaron la divertida Cooties  hace 2 años en el festival (con Elijah Wood como profesor de colegio en un apocalipsis zombie infantil y adolescente), sorprenden con Bushwick, un film independiente en el que seguiremos los pasos de una chica que se ve acorralada en una batalla campal (literalmente) en el barrio de Brooklyn que da nombre a la historia. Policías, soldados, francotiradores, tiros, explosiones, carros de combate… todo puede suceder en esta película, que lejos de ser un blockbuster de chorrocientos millones de dólares de presupuesto, han sabido solucionar el bajísimo presupuesto con ideas. El guión disminuye su emotividad en su segunda mitad, y se notan demasiado los cortes de los falsos planos secuencia, lo que penaliza bastante a la experiencia, pero el cómputo general es satisfactorio, viendo los recursos con los que cuentan. Interesante propuesta sin duda.

Pero ese martes 10 sería una montaña rusa. Terminó la doble sesión del Retiro y me dirigí al Auditori para ver una de las películas que más tenía ganas de ver de Sitges. Pero si bien podría definirse como un cruce entre los films de yakuzas de Takeshi Kitano y los bajos fondos tan peculiares de Quentin Tarantino, Have a Nice Day, película de china animación realista escritia y dirigida por Liu Jian, dura sólo 75 minutos y aún así se hace larguísima. Estructurada como una historia coral donde una bolsa con un millón de yuans cambia de manos entre asesinos a sueldo, gángsters, delincuentes de poca monta y gente de entornos desestructurados de una china poco dada a conocer, tiene dos grandes factores negativos: los personajes son demasiado arquetípicos y fríos, y encima ninguna de las historias termina de enganchar realmente. Uno de los blufs del festival sin duda, almenos comparado con las esperanzas que tenía depositadas en ella.

Entre Have a Nice Day y mi siguiente proyección había 5 horas libres de por medio. Siendo martes, día laborable entre semana, y justo saliendo del Auditori, era el momento ideal para acercarse a la carpa de la Samsung VR Experience, donde pude disfrutar tranquilamente de 5 de las propuestas de realidad virtual más atrayentes de la sección Samsung Sitges Cocoon 2017:

  1. empecé con la peor opción de las 5 que había (cosa que tampoco es mala), un cortometraje bastante insulso de Netflix para promocionar Death Note. Aún así, fue más disfrutable que el propio film de la cadena de streaming.
  2. seguí con el estreno mundial de El Talismán, cortometraje de Carlos Theron filmado en 360 grados y protagonizado por Berto Romero sobre unos obreros  que remodelando una casa encuentran un talismán (que de hecho es el propio espectador), y a partir de ahí los problemas no harán más que empezar, destapando un pasado oscuro de la familia propietaria de la casa.
  3. la que fue la experiencia más terrorífica de las 5 que vi fue mi tercera opción: Night Night, corto de Guy Shemerdine visto como un niño pequeño desde su cama, donde los terrores nocturnos en forma de macabros payasos cobrarán vidanightnight
  4. el preestreno (antes de su emisión en Halloween) del piloto de la primera serie VR de terror, Camp Creepers: The Skull of Sam, protagonizada por Robert Englund y dirigida por Alexandre Ajá , es lo que pude ver a continuación. Bastante macabro, aunque algo largo. La serie promete emociones fuertes.
  5. finalmente, pude jugar (sí, era interactivo) al escape room sobre El Ministerio del Tiempo VR: Salva el Tiempo, creado por Pablo LaraRafael Pavón.

El resto de la tarde transcurrió en la terraza del bar del Prado, donde desconecté de la realidad virtual con una buena dosis de cafeína y buenos amigos cinéfilos. Cogí fuerzas animadamente para el fin de fiesta, y me dirigí a la Tramuntana, donde se presentaba otra posible joya escondida en el festival: Marlina the murderer in 4 acts, film indonesio ideado por Rama Adi y que quería a una mujer al mando para llevarlo a cabo para darle una visión claramente feminista (y acertada). La escogida fue su guionista de confianza, Mouly Surya, que vino al festival a presentar la película. Filmado exquisitamente como un western, el ritmo enormemente lento del transcurso de la historia es el principal enemigo de una narración profunda y liberadora sobre una mujer viuda que mata a varios miembros atacantes de una banda que intenta robarla y violarla en su propia casa. Decidida a denunciar el robo de su ganado por parte de la banda superviviente, el entorno machista de la región y los pocos recursos que tendrá serán obstáculos que deberá sortear como buenamente pueda. Muy buena película, pero desde luego no para todos los paladares.

Y sin salirnos de Asia, mi querida Corea del Sur rubricaría el día, y con creces. Llegaba el momento de The Villainess, una suerte de Nikita en la que la espectacularidad y velocidad del primer y tercer actos choca frontalmente con un segundo acto más dramático y lentoJung Byung-Gil, quien en 2012 presentó su atrayente Confession of a Murder, salió al escenario para presentaros cómo cambia totalmente de estilo con un film dividido claramente en tres partes, donde si bien el segundo acto es más convencional, el cómo nos presenta el inicio y el desenlace son sin duda de lo más increíble de este 2017. Una matanza inicial en un edificio, visto en primera persona al más puro estilo Hardcore Henry nos mete en la piel de la propia villana de la película, y una lucha final con persecuciones en motos y coches y autobuses volcando con filmaciones imposibles dejaron al público de la sala atónito (me incluyo). Donde uno puede creer que está viendo CGI (por cómo y por dónde la cámara se desplaza, casi como un dron minúsculo), hay especialistas atados a cámaras y colgándose de grúas y vehículos en marcha para ofrecernos adrenalina en estado puro. Imprescindible. Brutal.

De madrugada, no tan tarde como ayer, salíamos del Auditori en dirección al hotel con una sensación completamente distinta el día anterior. Este día había tenido demasiados altibajos, pero no había sitio para la moral baja. Justo cruzábamos el ecuador del festival, y aún quedaban aún 5 días de festival.

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